La Opinión de Murcia

La Opinión de Murcia

Visiones

De la nueva-nueva carne

Hay luz y poesía y preguntas que tratan de dar respuesta al enigma del yo, al enigma del cuerpo, de la mujer y del sexo

Libro Autocienciaficción

'Autocienciaficción para el fin de especie', Begoña Méndez (Hurtado y Ortega)

Realizar una crítica sobre una obra narrativa me suele resultar relativamente sencillo. La reseña es, de algún modo, un palimpsesto del texto original, una añadidura, un comentario a pie de página con el que trato de arrojar luz sobre la obra reseñada. Pero, ¿cómo se reseña un libro que no es un libro? ¿Un artefacto que parece un grito, un canto, un desgarrado suspiro cósmico que trata de subvertir el orden de valores del universo, de nuestra sociedad a través de la carne, de lo mínimo y de la identidad? 

Begoña Méndez, con esta poema delirante y lírico, desquiciante pero de una lucidez arrebatadora, arremete contra todo sin perder su posición central. Ella siempre está en el eje, como si de una autoficción testimonial se tratara. Pero siempre está difusa, como sin hablásemos de una novela de ciencia ficción nebulosa. Es un libro escrito con su propio cuerpo, como si cada línea fuese el dibujo de un tatuaje en el que representa su identidad y al mismo tiempo la estirpe de una raza de mujeres nacidas para cambiar el mundo. Es este un ¿ensayo? autorreflexivo, con el que trata de comprenderse, de articular un discurso que la ayude a entender su identidad, su género, su monstruosidad. O al revés: un trabajo de deconstrucción. 

Con su sensibilidad humaniza la figura del monstruo y lo comprende. A través de un viaje por otros libros, películas de ciencia ficción, diálogos en Facebook e incluso pinturas cauteriza las heridas de su existencia. Pero en su ritual de autocuración no hay lamento ni conmiseración. Hay luz y poesía y preguntas que tratan de dar respuesta al enigma del yo. Al enigma del cuerpo, de la mujer, de una escritora llamada Begoña Méndez, y del sexo. Y todo rompiendo los límites de su propia autobiografía para erigir su novela del yo en poema épico de toda una generación.

Revestido de una honestidad brutal Autocienciaficción… funciona como un poema fundacional, un hermoso grimorio surgido de la propia realidad que servirá para adorar en un ritual profano al dios del cuerpo. Un libro duro y descarnado que juega al relato autobiográfico para desbrozar el oscuro bosque de la identidad. Pero para abrirlo al universo, porque este libro, paradójicamente, huye, a través del yo, de la propia narración autobiográfica para expandirse. Este es un libro que, sin duda, ha debido de ser necesario para su autora, y quizá por ello también ha debido de resultar de lo más difícil que haya escrito. Porque, a pesar de que aquí se convoca lo cósmico, lo sagrado y lo profético, como todo libro auténtico su materia prima es el alma del quien lo ha escrito. Estamos, por tanto, ante un libro de idas y vueltas. Un libro circular que fluye entre la conciencia íntima del yo y los límites de un universo desbordado.

Begoña Méndez firma un poema de la nueva-nueva carne. Cronenberg visitado por Santa Teresa de Jesús. Titane rescrito por Virginia Woolf. Un poema de terror corporal pixelado con el hálito de la poesía. Un canto polifónico que otorga la voz al otro. Porque el otro, el monstruo incomprendido, es en el fondo el propio yo que reclama su lugar en el mundo.

Compartir el artículo

stats