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En su rincón

Javier Castro Flórez, atrapado por los libros

Javier Castro Flórez, atrapado por los librosJavier Lorente

No hay duda de que el rincón de Javier Castro Flórez, editor de Newcastle Ediciones, comisario, gestor cultural, galerista, exasesor del alcalde de Salamanca y, sobre todo, lector, está rodeado de libros, sea en el Cendeac, donde trabaja, o en su casa. Él nació en Plasencia, Cáceres, donde vivió la mitad de su vida y la otra mitad la ha pasado en nuestra Región. Ha cambiado su piso de alquiler en la murciana calle de Correos, por uno en la pedanía de Corvera. Creo que la única diferencia de su casa a su trabajo es que aquí tiene una cocina y un dormitorio, pero lo demás es idéntico: libros y libros, donde se siente como en el paraíso. Su gata Misha no me ha hecho mucho caso, aunque Javier la ha despertado para que me saludara.

La conversación es tan agradable y me siento tan a gusto que, sin darme cuenta, me descubro contándole mi vida a Javier, en lugar de centrarme en entrevistarlo, y me doy cuenta que este hombre, además de tener una conversación deliciosa, también sabe escuchar. Hablamos de su infancia y juventud y me insiste en que los libros siempre le han hecho compañía y le han ayudado a sobrellevar su timidez. Me parece increíble, porque yo siempre disfruto de la cercanía de sus palabras inteligentes, ocurrentes, educadas y hasta tiernas, incluso cuando hace críticas o discrepa. 

De pequeño pidió a sus padres que le dieran la paga semanal en la tarde de los viernes, para así aprovechar la mañana de los sábados en ir a comprar a alguna de las dos librerías de la ciudad. Marchó a Madrid con su hermano Fernando Castro, reconocido crítico de arte, y allí empezaron a visitar galerías de arte y contactar con el mundo cultural. Siguió leyendo y visitando el Rastro y la Cuesta de Moyano:«Me di cuenta que los libros viejos eran más baratos que las nuevas publicaciones, a mi familia no le sobraba el dinero, así que de ahí me viene la afición por las obras y los autores de otras épocas. Los viejos maestros son mis mejores amigos y siempre me acompañan». Le pregunto si no le parece excesivo leerse tantos libros a la semana, a veces varios al día, y que su casa sea realmente una biblioteca: «Salvo follar, no hay nada mejor que leer. Casi no escucho música, y no veo la televisión, porque las películas no las veo si no es en la pantalla grande del cine. Bueno, sólo veo el programa de citas (First Dates), pero como experimento sociológico y porque me gusta constatar que me conservo mejor que todos los que salen de mi edad». Es tan educado y tierno este hombre que yo creo que dice estas cosas para quitarse seriedad y evitar la trascendencia, pero he de confesar que a mí las cosas que dice y escribe Javier Castro hay veces que me estremecen de puro hermosas. Pero lo que más me gusta de él es, sin lugar a dudas, su cultura, la sinceridad de sus opiniones y el respeto que siempre muestra, incluso en la discrepancia con situaciones de la vida sociopolítica o cultural.

«Los libros te atrapan, escuchas voces con ellos, te hacen viajar, te duelen, siempre tengo ganas de leer», me dice y hablamos de los tipos de lectores: «Cada vez me interesa menos la ficción, me gusta leer sobre la vida de la gente, las biografías, las memorias, los diarios de viaje… prefiero que alguien me hable de su abuelo que de un dragón». 

Doy por hecho que le encantará viajar, tanto como los libros de viaje, pero me cuenta que no, que puede ser porque echaba de menos en casa a su padre, que se pasaba las semanas fuera, con su oficio de vendedor, viajando por toda España. Aún así, ha viajado bastante, me cuenta algunos viajes y concluye: «Pero los mejores viajes siempre los he hecho leyendo, los mejores viajes siempre los han hecho otros». Durante años, Javier Castro fue galerista y me cuenta que ello le ayudó a conocer más de cerca el arte contemporáneo, pero también a manejar su timidez, porque tuvo que aprender a vender obras de arte, aprovechando su labia.

Me habla de sus colecciones de libros, de su obsesión por los campos de concentración nazis: «Tengo más de 8 metros lineales sobre ese tema”» también de su colección sobre Praga: «Fui a Praga y vi a la mujer más guapa del mundo, era librera, le compré este libro, que aún no sé ni leerlo, solo por verla de cerca. Ahí inicié mi colección». Javier es un gran y obsesivo coleccionista. En su casa solo hay una pequeña habitación con cuadros, todos son acuarelas antiguas de varios países que ha comprado por internet y el tema común es un hombre caminando por distintos paisajes de montaña, bosques, mares y lugares exóticos, realmente una preciosidad. 

Desde hace 9 años su pareja es la artista Concha Martínez Barreto, a la que adora. Me cuenta que la besó el mismo día que la conoció (y luego quiere que me crea lo de su timidez) y que una de las cosas que más ha disfrutado es ver crecer a los dos hijos de ella, a los que tantas veces ha subido a sus hombros mientras pasean por el campo. Hablamos entonces del tiempo: «El tiempo es el tema, no hay otro». Terminamos hablando de Murcia, de su momento cultural y político, y del carácter murciano: «Me encanta el carácter murciano, la belleza de esta tierra y de las mujeres. Vine de fuera, pero esta Región es mi casa».

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