Mª Pilar Arjona tenía 15 años cuando una amiga le recomendó K-On!, un manga que cuenta la historia de cuatro chicas que quieren montar, entre otras cosas, una banda. «Me flipó -dice Mª Pilar-. Aunque soy consciente de que la historia no tiene demasiado, me sorprendió mucho la estética y la forma que tenían los personajes, cómo habían sido dibujados. Era algo totalmente diferente a lo que yo veía que se hacía aquí».

Siete años después, Arjona estudia 4º de Información y Documentación en la Universidad de Murcia y se presenta como «una fanática de la cultura japonesa». Hace unos meses, el profesor José Antonio Gómez propuso a sus alumnos una práctica: idear y gestionar un proyecto cultural desde cero. «A todos nos vino la idea de montar una exposición. Surgieron dos ideas: por un lado, tratar algo relacionado con el feminismo y, por otro, animación japonesa. Decidimos unirlas», explica Mª Pilar. Así nació Mujanim, Mujeres en la animación japonesa: fieles a sí mismas, una muestra que «pretende mostrar la evolución de la figura femenina en la animación japonesa». A partir de material prestado por las editoriales Kodai y Arechi, estos diez alumnos cuentan la historia de la mujer en el manga. La muestra se puede visitar hasta el 10 de enero en la Biblioteca General de la UMU y en la Sala de Exposiciones Isidoro Valcárcel Medina, en la Facultad de Comunicación.

La muestra, creada a partir de material cedido por Kodai y Arechi, se puede visitar hasta el 10 de enero

Las pioneras

«Al principio era muy extraño que el manga fuera dibujado por mujeres, que estaban relegadas a papeles muy secundarios y sumisos en la sociedad nipona desde siempre», cuenta Arjona.

Rumiko Takahashi derribó la puerta a finales de los 70. La conocida como ‘Reina del manga’ creó Inuyasha y Ranma 1/2, dos de las obras cumbre de la animación nipona. Además, como suelen hacer los pioneros, señaló el camino: «Por si fuera poco que una mujer crease manga y que esas obras tuvieran éxito, en sus trabajos ya se nota un papel diferente de la mujer. Se habla de sus problemas, dejan de ser marionetas en manos de personajes masculinos», aclara Mª Pilar.

Ya en los 90, el grupo Clamp tomó el testigo. Mokona Apapa, Ageha Ohkawa, Mick Nekoi y Satsuki Igarashi dieron otra vuelta de tuerca en el manga para adultos. «En sus obras se nota que los personajes femeninos no están hechos a gusto de los hombres», afirma Arjona, que apunta que «hoy en día, aunque lejos del ideal, sí se nota, en general, menos machismo en el manga. Hay menos mujeres que andan perdidas por la trama a la espera de que las salve un hombre».