En un poema que dediqué este verano a Dionisia García, y que ella aún no conoce, la llamaba como dice el título de este escrito: «Poeta por la gracia, enviada entre nosotros».

Su poesía me ha acompañado desde que la descubrí en su libro El vaho en los espejos. Su voz, desde entonces, se ha vuelto más rica, profunda y variada en registros: ha cultivado el poema, el ensayo, el cuento, el aforismo, hasta las memorias y el diario, y en todos esos registros Dionisia García se ha ido haciendo su propio camino en las letras, manteniendo siempre la voz serena y firme, acogedora y dialogante de aquella su primera y ya madura obra.

No solo es, en mi opinión, el mejor poeta vivo en la actualidad (muerto Francisco Brines en la primavera pasada) sino uno de los mejores prosistas españoles. Para muestra, su último libro publicado este curso por la editorial Renacimiento, Mientras dure la luz.

Ocurre con Dionisia García como con esos pocos escritores dotados de múltiples talentos y que destacan en cualquier género que se propongan. Como Miguel de Unamuno, por ejemplo. A veces me pregunto qué tipo de premio podría corresponder al inmenso regalo que nos hacen. En el caso de Dionisia, he ido comprendiendo, por el trato que he recibido de ella en estos años, que tiene ya en su alma el fruto de su obra, la luz que ésta desprende y que, por no tener otro nombre mejor, llamaré la gracia.

En los momentos bajos, su escritura tiene el don de impregnarnos con el recuerdo de algún pasaje luminoso, en un poema, en un cuento, como aquel (del libro El sueño de Pietro Urbina) en el que una mujer que ha sufrido una gran pérdida abre cada día las persianas, consciente de que ese simple gesto es una gran afirmación de la vida.

Acaso no necesite su alma más, pero sí nosotros, sus lectores, y sobre todo los que hemos recibido esa impregnación. La poesía, la creación artística no puede entonces ser más grande que cuando convierte la mala suerte en suerte, la desgracia en gracia.

Por eso la queremos compartir y aplaudimos todos los reconocimientos que ayuden a darla a conocer a quien aún no disfruten de esta poeta. Me despido como diría ella: ¡arriba los corazones!