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Entrevista
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Ana Ballabriga: "Los cristianos que lean nuestro libro descubrirán que, en el fondo, su religión es muy parecida al islam"

"Nos hemos pronunciado en cuestiones como el uso del velo o la mezquita de la M-30; no hemos eludido ningún tema, ni siquiera el terrorismo"

Ana Ballabriga: "Los cristianos que lean nuestro libro descubrirán que, en el fondo, su religión es muy parecida al islam"

Ana Ballabriga y David Zaplana regresan tras más de dos años en blanco con La profecía del desierto (Umbriel, 2021), un thriller que aúna misterio y aventuras y que transporta al lector al mundo árabe para conocer, de la mano de sus protagonistas –espoleados por el místico murciano Ibn Arabi–, los orígenes del islam. Ambos estarán hoy (20.00 horas) en el Centro Cultural Ramón Alonso Luzzy de Cartagena presentando este nuevo título dentro del ciclo ‘Leer, pensar e imaginar’, pero antes hemos querido hablar con ella para conocer un poco mejor la historia que hay tras la que es su séptima referencia juntos.

Se mantienen fieles a la novela de misterio y aventuras, ¿eh?

Pues sí, pero lo cierto es que yo diría que esta novela es un poco diferente a las anteriores... Digamos que tiene un poco más de historia, de aventura. Pero bueno, al final nosotros lo que hacemos es reproducir en nuestros libros lo que nos gusta, y por eso todos nuestros títulos –este también– tienen dosis de misterio e incluso de Historia, en este caso, relacionadas con los orígenes del islam. Así que nos mantenemos fieles en ese sentido, pero tenemos novelas más ‘duras’; con La profecía del desierto nuestro objetivo era que el lector o lectora pasara un buen rato y aprendiera sobre cuestiones relacionadas con el mundo árabe.

En este caso, esa base histórica tiene nombre propio: Ibn Arabí, un filósofo sufí de sobra conocido en la Región y que es clave en el desencadenamiento de la trama. ¿Por qué él?

Porque la historia nos llevó hasta él. Mira, lo primero que nos surgió fue el escenario. Un pariente de David que estaba viviendo en Arabia nos empezó a contar cómo era la vida allí, y, bueno, había cosas que ya sabíamos –que las mujeres no pueden conducir, que muchas van tapadas con el hiyab o el niqab, etc.–, pero hay otras que nos sorprendieron porque no teníamos ni idea, como que un hombre no puede conocer el nombre de la mujer de su amigo o que no le puede mirar a los ojos... Todas esas cosas nos llamaron mucho la atención. Y allí está La Meca, allí nació el islam, así que enseguida lo vimos claro. Por lo tanto, teníamos el escenario y teníamos la religión, y la idea era hacer una novela de aventuras al estilo de las de El código Da Vinci o Javier Sierra, pero dándole una vuelta de tuerca al género, ya que estas siempre giran alrededor de misterios relacionados con el cristianismo, y nosotros queríamos hablar del islam. E investigando apareció el sufismo, la rama mas mística y espiritual del islam, y claro, Ibn Arabí, murciano, es un referente en esta rama; de hecho, aquí le conocemos menos, pero fuera es muy reconocido. Él viajó por Al-Andalus, recorrió el norte de África, la península arábiga y murió en Damasco, y aunque es n personaje del siglo XIII y la novela está ambientada en la época actual, es clave en la trama y, es más, hay una escena en su tumba que es uno de mis capítulos preferidos de La profecía del desierto.

Una antigua carta con su firma es la que pone en marcha la novela, que para el lector se convertirá en un viaje por el mundo árabe.

Sí, un viaje con mucho ritmo. En él contamos la historia de Nur, una bailarina que estudia el sufismo en Granada (nos gustaba mucho esa dicotomía física-intelectual) y que encuentra la carta que mencionaban, y que oculta un misterio, un tesoro; en concreto, Ibn Arabi hace referencia a una «perla». Por circunstancias, ella se verá obligada a colaborar con Mahmed, un cetrero de origen español –pero también musulmán, como Nur–, que trabaja para uno de los miles de príncipes saudíes. Ambos tendrán que unir fuerzas para descubrir qué oculta el texto del místico murciano.

Por cierto, me gustaría subrayar algo de lo que nos dimos cuenta una vez terminamos el libro: hay muy pocas novelas españolas protagonizadas por musulmanes. Y es curioso porque en realidad estamos tan cerca de su cultura (con la inmigración y tal)... Sin embargo, siempre asociamos el islam con cuestiones negativas, cuando la gente por lo general es buena. Así que también la idea era poner en valor un mundo que, en el fondo, desconocemos totalmente, y te diré una cosa: creo que los que son cristianos y lean La profecía del desierto descubrirán que la suya y la de nuestros protagonistas son religiones muy parecidas.

Por eso mismo quería preguntarle: ¿les ha costado trabajar con una cultura que en muchos casos nos es ajena o desconocido y que a tanta gente le genera reticencias? ¿Han tenido que andar con ‘pies de plomo’ para evitar deslices?

Mira: casi todos nuestros libros parten de la curiosidad. En La paradoja del bibliotecario ciego (2018) ya introducimos a un personaje musulmán (a una de las protagonistas), pero no nos adentramos en su religión, y era algo que, como te contaba antes, nos llamaba muchísimo la atención. Y, en ese sentido, nosotros hemos viajado mucho a países árabes y hemos sentido la hospitalidad de la gente (en Turquía, en Kazajistán, etc.), con lo que quizá eso nos hizo enfrentarnos a esta libro sin tantos prejuicios, con la mente más abierta. ¿Hemos tenido cuidado? No, simplemente hemos expuesto lo que nos parecía e, incluso, nos hemos pronunciado en cuestiones como el uso del velo o la polémica surgida en torno a la mezquita de la M-30; no hemos eludido ningún tema, ni siquiera el terrorismo. Pero lo que nos interesaba era hablar sobre los orígenes del islam y reflexionar sobre ciertas ideas preconcebidas que podemos tener del mundo árabe.

En este sentido, han trabajado junto a una arabista, Pilar Garrido, para no meter la pata.

Sí. Cuando teníamos alguna duda concreta le consultábamos, pero sobre todo nos ayudó una vez terminado el libro. Ella se encargo de leer y revisar el manuscrito y nos llamó la atención sobre algunas cuestiones que había que pulir. Para nosotros era muy importante no equivocarnos.

Antes hablaba del ritmo, una constante en sus novelas, que acostumbran a fluir con naturalidad y dinamismo; algo que, si ya de por sí es muy difícil de conseguir para cualquier escritor, hacerlo a cuatro manos puede parecer una odisea. Sin embargo, después de tanto tiempo, imagino que ya está acostumbrada... ¿Le es más fácil escribir con David que sola?

[Ríe] Bueno, es que separados solo hemos hecho cosas muy pequeñas, la verdad... Yo me siento muy cómoda trabajando con David, aunque tampoco te creas que cada proyecto es más fácil que el anterior... Aunque mantengamos algunas constantes (las aventuras, las referencias históricas, etc.), nos gusta que cada novela sea diferente, lo que implica largos periodos de documentación, muchas charlas entre los dos... Pero bueno, lo que es indudable es que, después de tantos años, ya sabemos ambos cómo llegar a acuerdos.

¿Como hace para escribir, por cierto? ¿Uno trae una idea, la van desarrollando y luego se reparten los capítulos?

Pues mira, lo primero es hablar muchísimo. Pero muchísimo. Meses. Sin teclear. Hasta que no tenemos la historia bien desarrollada en la cabeza no empezamos. Piensa que antes hay una larga fase documentación, de puesta en común de ideas, de cosas que hemos leído o de películas o documentales que hemos visto. Después de eso hacemos una estructura (somos lo que se llama ‘escritores de mapas’) y, en base a ella, nos repartimos las tramas y los personajes, de modo que así la forma de escribir de cada uno queda camuflada tras nuestros diferentes protagonistas; en este sentido, podríamos decir que nuestra voz como escritores es simple y llanamente la suma de nuestras voces individuales. Y luego hay que revisar mucho, claro, pero piensa que son más de veinte años trabajando codo con codo, que empezamos a escribir juntos –antes de conocernos no habíamos hecho nada por separado– y que, por tanto, hemos madurado como escritores de la mano.

Muestra de esa madurez es que hace poco ganaron el IV Certamen ‘Auguste Dupin’ de Novela Negra con un original titulado El deseo eterno, y parte del premio es su publicación. Aunque La profecía del desierto acabe de ver la luz... ¿puede que pronto volvamos a tener noticias suyas?

Pues sí, porque está previsto que se publique en enero. Pero si este [por La profecía del desierto] es más bien de aventuras, El deseo eterno es una novela negra pura y dura, con crítica social, violencia... Una vez más volverán a estar presentes esos elementos de los que hablábamos antes (el misterio, referencias históricas, etc.), pero en esta ocasión la intención es otra, y se trata de un título más... ‘duro’, por así decirlo. Es curioso, porque a veces estás mucho tiempo sin sacar nada –hemos estados dos años y medio sin editar obra nueva– y, de repente, te encuentras con dos libros en muy pocos meses y muchos proyectos en marcha. Pero, claro, es que con La profecía del desierto el editor nos dio el visto bueno en quince días... ¡Fue rapidísimo! Y enseguida estaba en las librerías, cuando lo normal en el mundo editorial es estar un año o dos en cola. Pero hemos tenido suerte a la editorial le encantó, querían sacarlo enseguida e incluso han creado una colección nueva solo para publicarnos a nosotros. Así que, bueno, muy estresados, pero contentos; al fin y al cabo esto es por lo que llevamos años luchando.

O sea que están ya trabajando en otra cosa... ¿Influyó el confinamiento en este aluvión de proyectos? Hay muchos que me dicen que con la que estaba cayendo fuera era difícil concentrarse, por mucho tiempo que tuvieran...

Nosotros siempre estamos trabajando. Pero, sí, al principio todo esto nos bloqueó un poco..., de hecho, nos vino bien para revisar La profecía del desierto. Y fue una suerte porque, en un momento en el que no podíamos salir y viajar, poder ‘visitar’ países como Egipto, Irak o Siria a través de estas páginas nos ayudó a sobrellevar mejor todo ese momento. Pero no estuvimos más productivos de lo habitual.

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