Tras una serie de discos con los que Shinova han ido creciendo cualitativa y cuantitativamente de manera exponencial, el quinteto vasco publicó en marzo La buena suerte (2021), que ha logrado conectar de manera más intensa con sus seguidores. El álbum ha sido producido por Manuel Colmenero (Vetusta Morla, Nena Daconte), y bajo sus órdenes han conseguido un sonido compacto, con garra, muy bien equilibrado y plagado de guitarras, teclados y detalles electrónicos. Los de Berriz se sitúan así en el grupo de cabeza del indie nacional.

Shinova (Gabriel de la Rosa, Erlantz, Dani, Ander y Froufe) publicaron el primer adelanto del álbum hace casi un año, y las circunstancias les obligaron a ir desgranándolo poco a poco hasta llegar aquí. Desde su fundación como banda en 2008, el grupo ha publicado seis discos: Latidos (2009), La ceremonia de la confusión (2011), Ana y el Artista Temerario (2014), Volver (2016), Cartas de navegación (2018) y, ahora, La buena suerte (2021), que esta noche presentan dentro del festival Viva Lorca.

A veces, las canciones suelen tener mucho de premonitorio; cobran su verdadero significado tiempo después de haber sido creadas. Puede ser el caso de los once cortes de La buena suerte, que fueron compuestos en su mayoría antes de que la pandemia estallase, pero que, debido a su espíritu optimista, parecen haber sido escritos para ayudarnos a salir de esta angustiosa situación. El cantante de Shinova, Gabriel de la Rosa, que ha participado en el sencillo Sol y sal de la banda cartagenera Nunatak (un tema coral que reivindica soluciones para el Mar Menor), nos explica cómo ha sido el proceso.

¿Cómo habéis llevado (lleváis) estos tiempos tan extraños?

De la mejor manera posible. Por suerte, contamos con un equipo de gente fantástica que trabajan día a día para que podamos llevar adelante una gira digna.

¿Ha afectado la situación general a las canciones del disco? Creo que el grueso del repertorio estaba escrito antes de que estallara la crisis del coronavirus...

En general, las canciones van tomando nuevos significados, siempre acordes a los tiempos que corren. Con La buena suerte sucede lo mismo.

Pese a las circunstancias, creo que os ha salido un disco bastante optimista. ¿Ese optimismo venía desde el principio o se ha ido modulando por la situación?

Cada disco es un reflejo de la época anterior a su publicación. Ahora vivimos, como sociedad, tiempos oscuros, pero nos gusta pensar que no queda demasiado para salir de este periodo tan triste. Optimistas o ingenuos, no lo sé, quizá no haya tanta diferencia.

La mayoría de las canciones las teníais listas antes de la pandemia. ¿De qué manera salpicó esta situación a dichas canciones? ¿Cómo se vieron influidas?

Influyó, sobre todo, en la producción –que una parte la hicimos a distancia– y en la grabación del disco, ya que tuvimos que alterar la fecha de publicación.

En cuanto al sonido, se aprecia una evolución importante, pero al mismo tiempo se sigue reconociendo vuestro sello.

Hemos buscado una vuelta de tuerca en muchos sentidos, pero sobre todo hemos jugado con las texturas. Nos hemos divertido mucho ‘vistiendo’ cada canción, procurando que la esencia no se perdiera en el proceso.

¿Qué papel ha jugado Manuel Colmenero en la producción? ¿Cómo os habéis entendido con él?

Manuel es un profesional enorme del que hemos aprendido lo que no está escrito. Desde la primera toma de contacto entendió a la perfección lo que buscábamos. Además, es una de las mejores personas que uno se puede encontrar en esta profesión.

Llama la atención que habéis ido sacando singles durante este tiempo. El último salió un par de días antes que el disco completo. ¿Esto responde a una estrategia que ya teníais planteada desde el principio, o ha sido una manera de ir adaptándose a las circunstancias de este último año?

Ya teníamos en mente adelantar varios temas, pero viendo cómo estaba el patio en ese momento, decidimos cambiar de estrategia y publicar un par de canciones más antes de la salida de La buena suerte.

¿Por qué ese título de La buena suerte?

Es nuestro último disco, y por el momento nos está dando muchas alegrías. Decidimos bautizarlo de esa manera, entre otras cosas, por las múltiples perspectivas de una palabra como ‘suerte’.

Hablando de colaboraciones, en Palabras contáis con Ele. ¿Cómo se cruzaron vuestros caminos? ¿Por qué pensasteis en ella para esa canción? ¿En este single reivindicáis el poder de las palabras?

Sí, reivindicamos el poder de las palabras, pero sobre todo el de las que no se llegan a decir. Ele es una artista diferente, una entre un millón, y contar con ella para una canción tan especial es un honor de los grandes. Lo hizo todo muy fácil: desde el primer mensaje en el que le propusimos la colaboración, hasta la última sílaba que grabó. Es única.

En Te debo una canción mostráis vuestro agradecimiento con el mundo, desde las personas que tenéis más cerca hasta otras de fuera de vuestro entorno. ¿Sentíais la necesidad de mostrar vuestra gratitud?

Sí, es una de las dos canciones que nacieron en pleno confinamiento, y precisamente surge por esa necesidad de expresar que ‘os echamos de menos’. Todo se valora más cuando no se tiene al alcance, y en aquellos días todos estábamos demasiado lejos.

Al ruido mediático le habéis dedicado una canción, Solo ruido. ¿Es más necesario que nunca permanecer libres e independientes?

Así es. Es más necesario que nunca, pero también más difícil.

¿Habéis buscado ser más directos con este disco? ¿Es el que más va a conectar con la gente?

No lo sé..., pero, desde luego, la conexión ha sido inmediata, quizá más que con trabajos anteriores.

En general, parece que resulta más fácil escribir cuando lo estás pasando mal. Al menos muchos autores así lo afirman.

Prefiero escribir feliz, incluso los temas tristes. La gran mayoría de letras escritas desde la tristeza están en un cajón.

Gabriel, has participado en el sencillo Sol y sal de Nunatak, un tema coral que reivindica soluciones para el Mar Menor. ¿Cuál ha ido vuestro interés en participar? ¿Cómo lo has afrontado?

Me escribió Adrián, de Nunatak, y me explicó el proyecto que tenían entre manos. No lo dudé. No solo es una canción preciosa; además es necesaria. Como canario que soy, conozco bien el daño que hacen la especulación y el saqueo de nuestras costas. Antes de que ya no quede nada que proteger, hay que movilizarse, cada cual con sus armas.

Shinova publicasteis también Lluvia de agosto, que recoge el último concierto en el festival Sonorama. ¿Qué sucedió en ese concierto para que os hayáis decidido a lanzarlo?

El concierto en sí fue increíble, pero cuando Mikel Santos, nuestro técnico, nos enseñó el resultado de lo que había grabado, nos dimos cuenta del verdadero potencial de ese momento, así que ahí tomamos la decisión de publicarlo. El problema era el cuándo, ya que estábamos en mitad de una gira, y posteriormente llegó una pandemia, y más tarde La buena suerte. El único espacio que vimos sobre la agenda en los últimos dos años fue el elegido para que Lluvia de agosto viera la luz.

¿Cómo será vuestro concierto?

Intenso, por supuesto.