La banda sonora para la película Carros de Fuego encarna el espíritu de la epopeya, de la epopeya sin más, no simplemente de la epopeya deportiva. De manera sabia, Vangelis adaptó su lenguaje musical a la historia olímpica que cuenta la película. La célebre restauración moderna de los juegos en un mundo que acaba de salir de una guerra mundial y se encaminaba rápidamente a otra, supone por el breve instante que duran las competiciones, la erección de un momento al espíritu humano, a los valores de sana rivalidad, solidaridad, camaradería, respeto y nobleza de corazón, la verdadera gloria que garantiza un nombre inmortal. 

Jamás se amoldaron de forma tan magistral el prólogo cinematográfico con la suite inicial de la banda sonora. Jóvenes corriendo por la playa en un entrenamiento, pero podría ser una evocación del alba de la civilización griega, pues llevan alas en sus pies, claridad en los ojos y determinación en la mirada. Un voz nos dice que es el momento de honrar a estas personas ilustres y a los padres que los engendraron. En este momento nada puede ser más bello que el sencillo espectáculo de unos jóvenes corriendo por la playa.