Pedro Cano ha vuelto a la ciudad italiana de Matera en el año en que es Capital Europea de la Cultura. El pintor blanqueño ya presentó su obra hace unos años -en 2013- en el Palazzo Lanfranchi, en una exposición que todavía se recuerda en esta ciudad del sur del país transalpino; ahora regresa para fortalecer su vinculación con la localidad cargado con cuarenta acuarelas que rinden homenaje a su historia y a sus gentes: a su esencia de piedra y a su identidad, representada también por aquella cultura campesina simbolizada en un alimento tan cotidiano como el pan.

Y es que la unión entre el artista y Matera es fuerte. Hay que remontarse hasta 1970 para encontrar la primera visita de Pedro Cano a la ciudad: un encuentro fulgurante con sus piedras, con sus iglesias, con el maestro Guerricchio; pero también con las contradicciones de una localidad caracterizada por una belleza ligada a la antigua vida campesina. Un contraste que ha unido fuertemente a Cano con la ciudad de los sassi (las rocas), definida por él como «una caja de sorpresas, un lugar en el que la naturaleza y el esfuerzo humano se han unido para crear algo único en el mundo», apunta Cano.

Organizada, promovida y acogida por la Fondazione Sassi en colaboración con la Fundación Pedro Cano, la muestra -titulada Pietra e pane y comisariada por Fiorella Fiore- forma parte del festival La Terra del Pane, y podrá visitarse hasta el 10 de noviembre. Además, como en ocasiones anteriores, en los días precedentes se ha celebrado un seminario de pintura al agua dirigido por el maestro murciano con alumnos de Italia y España.