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Artes escénicas

Burundanga, el final de una banda

ETA y una comedia romántica pasa este sábado por las tablas del Romea

Burundanga, el final de una banda

Se puede llevar con éxito a los escenarios una comedia romántica en la que dos de sus personajes principales son... etarras? Este es el reto al que se enfrenta mañana el equipo de Burundanga. El final de una banda, en el Teatro Romea de Murcia.

El autor de la obra, Jordi Galcerán, es consciente del riesgo que asume y desea que nadie se sienta ofendido. Por eso desveló, en un encuentro con los medios de comunicación previo a la presentación de la obra, el «truco» para conseguir que este tema pueda tener una perspectiva cómica: «Acabar con ETA».

Los dos etarras que aparecen en la obra son los últimos miembros de la banda terrorista, explica Galcerán, que señala que «si ETA desaparecía podía haber un final feliz. Si no, era imposible».

La comedia se inicia con el embarazo de Berta y sus dudas sobre si su novio Gorka la quiere de verdad y desea tener un hijo con ella. Silvia, su compañera de piso, le propone utilizar el suero de la verdad, el ´burundanga´. Gorka, bajo los efectos de esta droga, le confiesa su amor, pero también que es colaborador de ETA, al igual que Manel. Ahora las dos chicas tendrán que seguir adelante con esa información. Ariana Bruguera, Rebeka Brik, César Camino y Bart Santana son los encargados de darles vida.

Se trata de una comedia de enredo sobre lo que se está dispuesto a perdonar o no por amor, señala el autor de la obra, que insiste en que su pretensión no es entrar en un asunto como el terrorismo, sino utilizarlo como un elemento dramático.

En la obra también aparece un empresario secuestrado, Jaime, que interpreta Eloy Arenas. «¿Y cómo se puede conseguir que un secuestrado por ETA esté dentro de una comedia?». Galcerán hace que el empresario «sea más activista» que los dos terroristas, a los que no tiene ningún miedo. Arenas relata que el pasado de su personaje hace que se dé cuenta de que los etarras son «unos chapuzas».

«Es una comedia blanca sobre algo muy negro», defiende el director de la obra, Gabriel Olivares, que explica: «Me río con algo que nunca me había reído: es una risa muy higiénica».

Tres años le ha costado al autor finalizar esta obra en la que la idea de que dos de sus protagonistas fueran colaboradores de ETA. Reconoce que ha sido muy difícil porque el terrorismo, dice, «es un asunto terrible, trágico, en el que mucha gente está sufriendo. Pero se puede tratar si encuentras el tono adecuado». «No me interesa ofender. Quiero gustar y que la gente se divierta», sentencia.

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