Un personaje inmortal continúa eterno sobre las tablas pese al fallecimiento del actor que le daba vida. El 20 de abril de 1672, la muerte sorprendía a Cosme Pérez a sus casi ochenta años en la calle de Cantarranas, poniendo punto final a una prolífica y exitosa carrera, la del actor más famoso del barroco español. Sin embargo, en un gesto de rebeldía y en su deseo de inmortalidad, el personaje que creó, y que le encumbró a la fama, Juan Rana, se negó a abandonar las tablas por donde había campado a sus anchas. Esta obra trata de un delirante viaje por los estertores del Siglo de Oro de la mano de tres vetustos intérpretes, Cosme Pérez, Manuela Escamilla y Don Pedro Alcaparrilla; disparatados artífices que encarnan sobre la escena una dilatada galería de personajes tan variopintos como Quevedo, Lope de Vega, Cervantes o Felipe IV. Esta noche, sobre las tablas del Romea.