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Arte

Marcos Salvador Romera: "Quiero que el espectador se lleve un chute de alegría"

Equilibristas, malabaristas, trapecistas y payasos inundan el Palacio Almudí de Murcia en 'Circo', exposición que inaugura hoy este pintor y escritor lumbrerense

Marcos Salvador Romera: "Quiero que el espectador se lleve un chute de alegría"juan caballero

A Marcos Salvador Romera le encandilaba el color y la vida que desprendía, ya desde fuera, la carpa del circo; sus fuertes colores y sus llamativas bombillas, que contrastaban con el paisaje más gris de Puerto Lumbreras. Y, una vez dentro, se quedaba enganchado con 'el más difícil todavía'.

A esos recuerdos dedicó el pintor murciano una pequeña serie en los ochenta, pero sabía que tenía una asignatura pendiente «con un tema que tenía a medias». Por ello su primera exposición individual en una sala pública de Murcia y su primera muestra en muchos años se rinde al mundo del Circo y espera que, tras su inauguración esta tarde -20.00 horas-, todos aquellos que se adentren en el Palacio Almudí se lleven «un chute de alegría, color y vida».

«Es el circo de la magia, la ilusión y la fantasía, no el circo que es la España de ahora», ironiza Marcos Salvador Romera (Puerto Lumbreras, 1953), dedicado durante décadas a la gestión cultural como responsable de las salas de San Esteban y Verónicas y comisario de innumerables exposiciones de otros artistas -fue además el director del Pabellón de la Región de Murcia en la Expo de Sevilla en 1992-, que ha esperado hasta su jubilación para dedicarse de lleno a la pintura.

«Ha sido un trabajo serio, continuo y diario en el estudio, donde he realizado casi doscientos cuadros», explica el pintor, que presenta en el Almudí setenta de ellos, además de seis de los que dedicó al circo en aquella serie de los ochenta. «Es una exposición dedicada a los cómicos, a la farándula; me interesa el tema del equilibrio, los malabaristas, los trapecistas, de las cosas imposibles que veía en la pista cuando iba al circo con mi padre», recuerda Salvador Romera, que no se ha olvidado de los payasos ni de los presentadores de la pista -ni de las formas geométricas de esta- en estas piezas de diferentes formatos y realizadas con diversas técnicas pictóricas.

Y en cada cuadro, como adelanta en el catálogo de la exposición el periodista Ángel Montiel, aporta una mirada «festiva y alegre, animadora, a la vez que respetuosa y agradecida».

«He gozado mucho haciendo estas obras, si no me divirtiera, buscaría otra cosa; he estado a diario en el estudio, junto a mi perro Calcetines, y recibiendo las opiniones de mi mujer [Isabel Navarro], como las llevo recibiendo desde que éramos novios», confiesa Marcos Salvador Romera, quien, ahora que recupera los recuerdos de su infancia, asegura que no concibe otra forma de pintar si no es «con ilusión e ingenuidad».

«Trabajo con la sabiduría que me aporta la experiencia, pero con el alma infantil que permite ilusionarte y mirar el mundo de una manera distinta a como lo mira la sociedad; no quiero perder nunca ese niño con el que me siento a gusto y que nos ayuda a superar las adversidades de la vida», asegura el pintor murciano, conocido como El Niño Versor por sus libros y por sus colaboraciones en LA OPINIÓN y la emisora Onda Regional.

Creció ese niño y, consciente de «la ruina cultural que era Murcia en los años setenta», entendió que tenía que dedicarse al arte y «trabajar para hacer exposiciones en condiciones». Lo hizo sin dejar a un lado la pasión que sentía por la pintura y junto a una generación de artistas «llena de ilusiones, que luchó por el cambio y que quería hacer cosas nuevas». Cita Ángel Montiel a muchos de ellos en el catálogo de Circo, a artistas que, como reconoce Marcos Salvador Romera, hoy sienten cierto desencanto «porque en una época se gastó mucho dinero trayendo a artistas de fuera olvidando a los de nuestra propia Región». «Hay que apostar por el teatro -reclama el escritor y pintor-, por la música y el arte, por la savia nueva y por los autores ya consolidados».

«Quizá la nuestra sea una generación que se siente un poco desencantada, pero yo, como muchos otros, no me pienso hundir, voy a pintar sin parar hasta morirme», adelanta Marcos Salvador Romera, que lanza además un mensaje con esta exposición: «Aún tengo muchas cosas que decir».

Entre otras, dice entre risas, «que los artistas 'sesentones' estamos llenos de vida». Y así se desprende en las piezas de su Circo, en las que, apunta Ángel Montiel, rinde homenaje a Joan Miró -«pura mancha, color puro, delectación de lo mínimo»-; a Alexander Calder, con formas que quisieran hacer visible el aire, y a José María Párraga y su «incontinencia inagotable por pintarlo todo, por rellenar hasta el último rincón del mundo de dibujos, trazos y colores», como define el jefe de la sección de Opinión de este diario, quien regresó recientemente al circo de la mano de Romera. Ambos descubrieron un mundo más decadente del que recordaban, pero que seguramente seguía despertando en los niños que ocupaban las gradas ese entusiasmo ante las piruetas, saltos, equilibrios y números cómicos de los artistas.

Ese entusiasmo que el pintor murciano espera contagiar también a los espectadores que acudan al Circo del Palacio Almudí a contemplar estos cuadros: «Están hechos con mis recuerdos y todo lo que he aprendido. Con todo el corazón, con toda la humildad».

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