Pepín Liria cortó la única oreja de la tarde de su despedida de la Feria de Fallas. Fue tras una faena intensa al buen cuarto toro de Montalvo. Intensa por la manera de contarla y la decisión de Pepín de triunfar a toda costa en Valencia. Pero, sobre todo, por la hondura de seis naturales sensacionales en el tramo final de ese trasteo.

Pepín, que había saludado con una larga cambiada a ese toro cuarto, vio pronto la buena condición del toro y exigió a sus piqueros que lo midieran en el caballo. Y tras un tercio de banderillas en el que sobresalió un gran par de Alfredo Cervantes, Pepín se fue decidido a los medios a brindar el toro. El inicio de rodillas en el centro de platillo puso la plaza a hervir y ya no decreció en ningún momento el calor con que la gente siguió la faena. Una faena que tuvo dos partes bien diferenciadas: una primera sobre la mano derecha correcta, y la ya citada segunda en la que Liria bordó el toreo por naturales. Pepín le echó la bamba de la muleta al hocico al toro de Montalvo con mucha suavidad y se lo trajo embebido en la tela. Las tandas iban creciendo en intensidad, hondura, encaje y gusto muletazo a muletazo. Y, casi siempre, los dos últimos de cada serie fueron soberbios. Mecido el torero, rotas la muñeca y la cintura. Ese tramo de la faena fue muy expresivo y sentido y la oreja cayó por su propio peso a pesar de que la espada y el descabello estuvo a punto de dejar sin premio tan hermosa obra.

Pero Pepín no sólo cuajó al bueno sino que, además, dio la cara ante un primero de corrida muy alto por delante y bruscote. Con poquita fuerza, pero inquietante viveza. En ese turno, Pepín estuvo muy serio. Fue faena de acierto y seguridad. De hecho, la tuvo él más que el público, que detectó el peligro del toro en situaciones que el murciano salvó con seca entereza. Esfuerzo importante, pero muy seguro. Más propio de juventud por la manera de descararse, pero con el gusto y la torería de un veterano. Gran tarde de Liria en Valencia.

Sus dos compañeros de cartel, los jóvenes Juan Bautista y Matías Tejela tuvieron diferente suerte y actitud. El segundo de la tarde se avisó mucho en banderillas, pero rompió a embestir, sin embargo, en cuatro tandas por la mano derecha en la muleta del francés. Juan Bautista logró redondear dos series por esa mano antes de que el toro volviera a orientarse. El quinto fue y vino de mansito pero no se empleó por abajo de verdad ni una sola vez. Bautista le hizo una faena demasiado larga, pero con poco contenido y, eso sí, lo mató de una fenomenal estocada.

Tejela, que salió arreado y convencido desde el principio, sorteó el lote peor. Solo él confió en las posibilidades del tercero de la tarde, al que terminó robando varios derechazos de mano baja y trazo largo. Pero el toro se asfixió y se encogió después de la primera tanda y se puso a la defensiva. El sexto empeoró tras una larga y desacertada brega en banderillas y el madrileño hizo un esfuerzo sin eco con él.