Cualquiera que haya ido a La Mar de Músicas una, dos o mil veces se debería acordar de Nuria. Ella es la que abre el camino hacia la bebida, la que en su caseta de madera corta los necesarios tickets que se canjean por botellas de agua, cañas de cerveza o cubatas en las barras. El trabajo le deja poco tiempo para escuchar las actuaciones, pero en cuanto puede se escapa para por lo menos ver al cantante o grupo de la noche un poquito. Recuerda con especial cariño la actuación de Amparanoia del pasado año.

Lo que más le gusta de La Mar de Músicas es el encanto de los escenarios, pero con lo que se queda son con los muchos amigos que ha hecho gracias al festival: "Hay gente de todas las edades, de todas las condiciones y de todas las culturas. Hay muy buena gente por aquí".

Su frustración es que tiene que trabajar todas las noches del festival, junto a su marido, Pepe Sevilla, el 'boss' de las bebidas en el festival.