La Fundación Pedro Cano de Blanca cumplió el pasado día 11 diez años de vida, una cifra especial y más teniendo en cuenta el cariño con el que cada año la institución celebra su aniversario. Exposiciones, concursos, representaciones, conferencias... Mediados de noviembre suele ser un momento de apogeo cultural en el municipio, aunque son muchos los visitantes que, venidos de otros puntos de la Región o incluso de otras comunidades o países -la devoción por la obra del acuarelista en Italia es de sobra conocida-, participan del programa de actividades de la fundación. Sin embargo, el maldito coranavirus ha tirado por tierra (casi) todo lo planeado para la celebración, e incluso obligó a los responsables del centro y al propio pintor a plantearse anular cualquier tipo de acto. Pero no, «diez años son diez años...», apunta Cano (Blanca, 1944), en el que el «miedo» a la covid-19 -«a mi edad es como enfrentarse con tan solo una piedra a un ejército de tanques»- no puede con la «ilusión» y el amor por la pintura y por su «pueblo». De hecho, es a la localidad de la Vega Alta del Segura a la que dedica la exposición principal del programa de este año en la fundación, Entrepiedras. Bueno, a Blanca y a Matera (Italia), su otro gran amor. Porque no, no se cansa de pintar sus calles, sus casas, sus paisajes..., de ninguna de las dos, pese a llevar años haciéndolo. Y lo cierto es que siempre consigue mostrar algo nuevo de ambas. Por eso la muestra seguirá expuesto hasta enero (todo el mes), porque Cano todavía tiene mucho que mostrar; y muchos son también los que quieren visitar su ‘casa’ cuando el cierre perimetral lo permita para celebrar, entre acuarelas, los diez años de la fundación.

Pedro, diez años ya de vida para la Fundación. No está mal, ¿eh? Aunque las circunstancias no eran las mejores para celebrar un aniversario por todo lo alto...

Lo cierto es que teníamos la ilusión de celebrarlos con una serie de cosas que al final hemos tenido que aplazar; no ha quedado más remedio... La gente nos decía que, tal y como estaban las cosas, lo mejor era dejarlo para otro momento, pero es que diez años son diez años... Así que lo hemos hecho a pesar de todo y, la verdad, tengo que decir que todo ha salido muy bien. Hemos respetado las medidas sanitarias, los aforos -con no más de quince o veinte personas visitando el museo a la vez-, y creo que la gente se ha sentido cómoda y protegida. Porque hemos tenido público, que también era algo que nos preocupaba...; solo gente del pueblo [Blanca], eso sí, pero también es bonito que haya sido así en un año tan particular. En cualquier caso, hemos recibido muchas llamadas de gente de fuera del municipio que se ha interesado por la exposición, por lo que vamos a dejarla también todo el mes de enero, a ver si para entonces ya pueden venir.

Estas fechas tan redondas [diez años] parece que obligan a echar la vista atrás para mirar el camino recorrido. ¿O usted es más de mirar hacia el futuro?

Ambas cosas son compatibles. Por una parte, es importante repasar lo que hemos hecho hasta ahora para darnos cuenta y ser conscientes de en qué punto estamos, pero a la vez estamos llenos de ilusiones y de proyectos; como te decía, tenemos muchas cosas preparadas que hemos tenido que apartar hasta que la situación mejores. En cualquier caso, la parte más importante de nuestras vidas es siempre el presente, aunque sea duro como ahora. Hay una frase tremenda del escritor y filósofo hindú Rabindranath Tagore que dice: «No llores nunca de noche pensando en el sol porque tu llanto no te va a dejar ver las estrellas». Además, yo intento siempre buscar el lado positivo de las cosas, incluso en una situación tan horrible como la que estamos viviendo, porque es ahí donde encontraremos impulso para el futuro.

Revisando un poco la hemeroteca, la Fundación nace con el objetivo de «exponer y divulgar» su obra, pero con el tiempo se ha convertido en mucho más..., ¿no? Esto ya no va solo de Pedro Cano.

¡Claro! Al principio la idea era albergar nuestro trabajo y exponerlo; creo que entre dibujos, cuadernos y óleos había más de 2000 piezas... Es muy importante reconocer aquí la generosidad de mis hermanos con nuestro pueblo y nuestra Región por hacerlo posible. Pero era normal que, poco a poco y más allá de mi trabajo, la fundación fuera recibiendo otro tipo de cosas. Hemos traído literatura, teatro, música..., hemos hecho muchas cosas y más que tenemos preparadas para el futuro y la verdad.

Pero es cierto lo que decías: al final es inevitable mirar hacia atrás y uno se da cuenta de aquello, hace diez años, fue casi como ir a una cita a ciegas. Un museo así en un pueblo tan pequeño como Blanca... Porque una cosa como la nuestra en una ciudad grande es distinta; para empezar, cuentas con un mayor número de personas al que le puede interesar tu propuesta. Por eso es todavía más fascinante echar la vista atrás y pensar en la cantidad de instituciones y organizaciones, no solo de nuestra provincia, sino también de otras (de Andalucía, de Castilla-La Mancha...), que han venido hasta aquí, que han traído alumnos... Desde luego, no esperábamos entonces que tanta gente nos prestara atención y que tanta gente tuviera deseos de compartir cosas con nosotros.