Hay temas que, por delicados, tendemos a invisibilizar. A hacer como si no existieran y a mirar hacia otro lado cuando se nos cruza en el camino aunque sea de pasada (un amigo de un amigo de un amigo, ya saben). Y lo hacemos, no cabe duda, con la mejor de las intenciones; como una estrategia para contener ese mal, para evitar que contagie a otros. Pero no, esta vez no hablamos del coronavirus -que, la verdad, de invisible tiene bastante poco-, sino de otro ‘bicho’ que también siega vidas y para el que tampoco tenemos muy claro cuál es la cura: el suicidio. Antes de entrar en materia, solo algunos datos (extraídos del Instituto Nacional de Estadística): al día, en nuestro país, diez personas ponen punto final a su historia vital, una cifra que dobla a la de fallecidos por accidentes de tráfico y que colocan a esta lacra como la primera causa de muerte externa en España.

«Este tabú ha existido siempre... Y todavía perdura. Se tiende a hablar poco de ello, a no sacarlo en los medios... Pero, mira, a la hora de documentarme durante el proceso de creación de esta obra, he tenido la oportunidad de hablar con varias personas implicadas en programas contra el suicidio y prácticamente todas iban en la misma dirección: para combatirlo es necesario hablar de ello, no hay efecto llamada. Y yo, personalmente, creo que el teatro es un espacio maravilloso en el que tratar esta cuestión». Quien habla es Juan Montoro Lara (Murcia. 1973), dramaturgo y director de escena que mañana estrena en el Centro Párraga de la capital del Segura su último trabajo -aquel del que hablaba unas líneas más arriba-, ¡Preparados, vivos, ya! La obra, por supuesto, es una reflexión acerca del suicidio; o, más concretamente, sobre cómo afrontar que un ser querido decida, motu proprio, dejar este mundo. Y lo hace a través de la historia de Emilia, una deportista de élite que ve cómo su vida se tambalea cuando su padre se quita la vida.

«Ella es atleta, hace salto de altura, y, de alguna manera, casi instintivamente, me fui hacia ese perfil a la hora de crear a la protagonista de esta historia», señala el autor cuando se le pregunta por lo que le ofrecía un personaje así a la hora de tratar el suicidio. «Supongo que la metáfora visual de la vulnerabilidad de ese listón, que ‘con tan solo mirarlo se cae’ -apunta citando casi textualmente el guion-, ayuda a la hora de entender la fragilidad de quienes caen en esta espiral. Aunque también me ha servido para desarrollar a un personaje [Elisa] sometido a una enorme presión; ya sabes: tantas horas de entrenamiento, la exigencia mental de la competición.. Es algo realmente duro para gente tan joven. De hecho..., bueno, hemos conocido varios casos de deportistas de elite que, cuando se han retirado, no han sabido gestionar todo lo que suponía su nueva vida y han acabado suicidándose», lamenta Montoro Lara, quien reconoce que, en cualquier caso, éste es un tema «complicado de abordar». «‘A ver qué punto de vista le doy’, ‘a ver con qué tipo de tacto o delicadeza -que la necesita- lo trato’..., hay que darle muchas vueltas. Pero aquí está», señala orgulloso.

Y es que lo suyo le ha costado. La historia no es nueva, pero no por eso es menos reseñable: ¡Preparados, vivos, ya! debía haberse estrenado el pasado 14 de marzo, pero, dos días antes de la puesta de largo, todo se vino abajo por culpa -ahora sí- del dichoso coronavirus. Por suerte, todo indica a que, con restricciones y las consabidas medidas de seguridad, la obra podrá verse por fin a partir de las nueve de la noche de este viernes. «Era ya una necesidad sacarla a la luz, porque ni para los intérpretes ni para el montaje en sí es bueno guardar un texto en el cajón tanto tiempo. Así que hemos decidido apostar por ella desde ya, a pesar de que el Párraga cuenta con un aforo pequeñito. Pero bueno, lo importante es que la obra empiece a volar -asegura-; ahora toca que los programadores decidan activar sus agendas para que podamos llevarla a más sitios, pues creo que se ha demostrado de sobra que la cultura es segura», añade el dramaturgo murciano, que no desaprovecha la oportunidad para reivindicar para él y sus compañeros de profesión aforos más grandes si el auditorio lo permite.

El equipo

Pero Montoro Lara no es, obviamente, el único protagonista de esta historia, puesta en marcha junto a Teatro del Limo. Él escribe, él dirige, pero quienes se subirán al escenario son Ángela España, David Terol y Jessica Cerón, ésta última, con la difícil misión de interpretar a Emilia. «Es joven, tiene veintipocos, pero está muy capacitada para un papel así, tanto por sus dotes de actriz como por su madurez como persona. Ha estado muy implicada en el desarrollo de la obra, ha hecho muchas propuestas en los ensayos..., y espero que este montaje le sirva para rebelarse, porque aunque ya ha hecho algunas cositas, es muy muy buena», apunta el director sobre su protagonista.

Por supuesto, Montoro Lara también se muestra «encantado» con España y Terol, con algo más de experiencia y trayectoria sobre las tablas que Cerón. «Están fantásticos. Son dos intérpretes muy entregados, y eso es clave en el desarrollo de una obra, que es un periodo normalmente largo, duro y, en ocasiones, tormentosos; y más, en esta caso», señala en relación con la situación derivada de la pandemia de covid-19.

«Hemos pasado por momentos de crisis -continúa-, pero creo que llegamos al estreno en un punto óptimo, y así esperamos transmitirlo sobre las tablas del Centro Párraga».