«El teatro es un regalo que se ha convertido en una decisión», confiesa Olvido Gara. La cantante y actriz regresa este fin de semana a Murcia -en concreto, al Teatro Romea, cuyo escenario ocupará de viernes a domingo- con La última tourné, un nuevo y luminoso montaje en el que vuelve a coincidir con Bibiana Fernández, su inseparable Mario Vaquerizo y Manuel Bandera, entre otros, y para el que solo tiene buenas palabras.

«Después de terminar con el regalo anterior, El amor sigue en el aire, una obra que empezó en Madrid como algo puntual y acabó con unas ochenta funciones, todos los implicados vimos que queríamos seguir haciendo teatro juntos y ser una especie de compañía estable», recuerda Alaska, que aclara, no obstante, que el teatro nada o poco le sirve para su faceta como cantante: «Los conciertos son algo más orgánico, sin guion. Yo soy muy cuadriculada y nada de improvisar. No siento que sea para nada parecido. En un concierto hago lo que me da la gana, y en el teatro hago lo que me dice el director». En cualquier caso, todo suma, y aclara que con El amor sigue en el aire aprendió que le gusta «estar encima de un escenario siendo una persona que no soy yo -explica-, algo que ya sabía por la televisión o por el cine».

La última tourné la concibe como una 'golosina', un dulce que no deja de saborear en una gira que le reporta «grandes momentos». Si algo le agrada del espectáculo es la idea que subyace, «esos pobres personajes que son un poco lo contrario a lo que somos todos los que estamos en escena; unos personajes que se ven obligados a cambiar, porque dicen que lo que hacen ya no vale, que se han quedado anticuados. Y cambiarán hacia un Lorca, muy complicado. Uno no tiene que cambiar porque te digan que se lleva otra cosa -continúa la mexicana-. Ninguno de nosotros nos hemos adaptado nunca ni a las modas ni al qué dirán, siempre hemos hecho lo que nos ha dado la gana», asegura.

En la obra, Norberto Pinti (Manuel Bandera) es un director, autor y productor que regenta una pequeña compañía portátil de variedades que se ganan la vida por los pueblos de España en giras lustrosas y populares. Tras veinte años de éxitos viviendo en el faranduleo nómada, descubren que los géneros que tocan empiezan a desfasarse. Comienzan los noventa y España despega económicamente y mira a Europa y al futuro. Cuando se les cae una gira de verano, Norberto decide que deben renovarse o morir.

«Mi personaje es la pobre Paca Castellón, la vedete cómica que no deja de contar chistes, la graciosilla, aunque ha perdido la gracia... Una chica que se ha perdido y quizá se encuentre a sí misma», comenta Alaska, quien recita una frase que le ha calado hondo de su personaje: «A lo mejor es que las cosas no han cambiado tanto. Y eso es verdad -apunta-. La gente piensa que todo cambia, y no es cierto. Casi todo sigue igual».

La veterana cantante, que empezó como guitarrista en Kaka de Luxe a finales de los años setenta, y que alcanzó el estrellato con Bailando, canción que la aupó hasta el número uno de las listas de la época, afirma que el miedo le ha atenazado hasta que ha sido adulta: «Yo he sido una persona muy miedosa; tenía miedo a vivir. Todo me parecía cuesta arriba. Hasta que cumplí los treinta, más o menos, y perdí el miedo. Desde entonces, todo es fantástico».

Otra cosa es la profesión. Ahí, el miedo no lo ha conocido, sí «las dudas», pero «cuando estás segura de lo que quieres hacer no tienes miedo -dice-. Fangoria es el vivo ejemplo de no tener miedo a tomar una decisión aunque eso signifique que nadie nos llame en diez años».

Pese a que se reconoce como una persona adulta, todavía conserva algo de la niña que un día fue: «Sobre todo al tener la suerte de no tener hijos. Yo sigo haciendo lo mismo que hacía cuando tenía 14 años. Vivo sin horarios fijos, libre».

Su último trabajo, el que le trae de nuevo a Murcia, le está permitiendo compaginar su vida profesional con su pareja, el también cantante y actor Mario Vaquerizo. «Trabajar juntos nos resulta muy fácil», aclara. «En el escenario es donde menos nos peleamos, porque él se adapta a mi método de trabajo. En televisión Mario es más ingobernable», añade.

Contraria a lo que se entiende por «reinvención», un término habitual en el mundo del espectáculo, Alaska prefiere el uso del concepto «evolución». Siempre atenta a la actualidad, no descarta abrazar nuevos lenguajes musicales, como el reguetón. «Sería lícito. El reguetón nos ha cambiado la vida. Yo quiero perrear y llevar esos tops que llevan esas niñas. Lo que sería horrible es hacerlo porque es una moda. El artista no está obligado a cambiar si él no quiere».