Si Lope de Vega hubiera desarrollado su carrera como dramaturgo y poeta en los ochenta sería hoy algo así como Almodóvar. No es intención compararles, en absoluto, pero seguro que La discreta enamorada no se hubiera desarrollado tal y como él la planteó a principios del XVII. Seguramente sería más chabacana, más mamarracha, más colorida... Igual no serían los padres quienes decidieran el futuro amoroso de sus hijos y, dependiendo de la anchura de mente del autor, tal vez fueran las mujeres las que desempeñasen un papel activo en el arte de la seducción. Bueno, y, por supuesto, el lenguaje y el tratamiento entre los protagonistas no sería el mismo. Pero en el fondo -lo que se ha señalado hasta el momento tiene más que ver con la forma-, las diferencias con la obra original quizá no fueran tantas. Así lo piensan, lo pensaron y lo desarrollan las murcianas Inés Muñoz y Andrea Martínez, más conocidas como Las Monstruas, que desde octubre llevan trabajando en el Puertas de Castilla para el estreno, este miércoles en el Teatro Circo de Murcia, de El discreto enamoraoque, ahora, vuelve a las tablas ambientado en los años de la Movida madrileña e inspirado por Quién quiere casarse con mi hijo. Ellas nos lo explican.

De La discreta enamorada a La discreta enamorada El discreto enamorao

Inés Muñoz: Conocí La discreta enamorada en un curso de verso que realizaba Paco García Vicente en el Festival de Portman. Me tocó realizar una escena con mi amiga Cristina Ortigosa y la verdad es que nos reímos mucho. Era una obra fresca, con mucho ritmo y situaciones divertidas... Y, bueno, teníamos ganas de un clásico y nos apetecía pasárnoslo bien y que la gente se lo pasara bien con nosotras. Veníamos de trabajar un texto de Sarah Kane y queríamos hacer algo ligero.

En concreto, la idea de El discreto enamorao surge en 2015 en la Escuela Superior de Arte Dramático de Murcia, cuando estaba en Segundo de Dirección. Aquel año daban en la tele Quién quiere casarse con mi hijo. El programa me recordó al conflicto de La discreta enamorada, donde Fenisa tiene que conquistar a Lucindo sin que su madre se entere. Me llamó la atención que estaba 'viendo' en 2015 un conflicto planteado en el siglo XVII.

Por supuesto, no hacen una versión al uso, sino que la 'actualizan'. Porque la traen a nuestro tiempo, digamos, pero no a nuestra época. Así que, si antes les preguntaba qué tenía el texto, ahora les pregunto: ¿qué tiene la Movida?

Andrea Martínez: Aunque ninguna haya vivido en aquella época, sí nos ha llegado a través del cine -Almodóvar, por ejemplo-, la música, la moda, el arte de Ceesepe... Nos atraía el morro, lo chabacano, la libertad, lo mamarracho..., ese punto bestia pero, a la vez, algo inocente o ñoño, ese fervor adolescente que refleja el ambiente de la Movida... Traer la obra de Lope a nuestra época actual nos parecía más previsible. Además, por las características de los personajes y del enredo, nos encajaban muy bien los ochenta y su contexto histórico: porque se encuentran en escena una vertiente más moderna, más macarra, más atrevida, con otra más conservadora, más tradicional, más tímida. A priori. Luego las apariencias engañan.

Imagino que la estética de aquellos años, tan marcada e icónica, es siempre atractiva a la hora de encarar un montaje.

I. M.: Totalmente. De hecho, yo creo que los ochenta han sido referencia también en anteriores montajes y hasta un poco en la identidad de la compañía: las plumas, la purpurina, el mamarracheo, el color, la fiesta...

Han tenido la deferencia de mantener el verso, pero actualizándolo un poquito. ¿Una tarea complicada?

A. M.: Pasamos muchas horas con el texto para eliminar ciertas expresiones muy antiguas o fórmulas caducas -como el hablarse de 'usted' entre jóvenes-, añadiendo un lenguaje más actual, jerga de la época, pero también siendo rigurosas en cuanto a los principios de versificación. Cuando lo tuvimos más o menos listo, Paco García Vicente nos hizo la revisión.

R I. M.: La particularidad de los clásicos se encuentra también en la manera de decir el texto. Lope de Vega era un virtuoso y tiene fragmentos realmente preciosos, y deshacernos de ellos habría sido romper con la esencia del teatro clásico.

Por cierto, han implicado a Old Coin para, al menos, este estreno absoluto. Imagino que actuar con una banda en directo es un lujo. ¿Ya habían hecho algo así antes?

I. M.: Cuando hicimos el fragmento en la ESAD de Murcia contamos con la actuación de Sleeping Village y la experiencia nos gustó mucho. Tener músicos en vivo hace que crezca todo el montaje.

Imagino que ya tienen todo controlado de cara al estreno, que quedará seguir puliendo detalles, pero poco más. Así que, cuéntenme: ¿Qué tal con el elenco? ¿Cómo van los ensayos?I. M.:

Los ensayos, en general, han ido muy bien. Nos hemos divertido y nos hemos reído mucho. Cada persona del equipo que ha venido a las sesiones ha aportado algo, como Clara [Gómez] en el movimiento, que entendió el rollo de la obra desde el principio y siempre daba en el clavo en los ensayos. Al elenco ya lo conocíamos, pero ha sido el primer proyecto en el que trabajábamos todos juntos y, al principio, teníamos un poco ese vértigo de si estaría equilibrado, de si funcionaría, pero hoy te puedo decir que hemos tenido mucha suerte con los actores; han sido muy generosos con el proyecto en muchos aspectos, teniendo que compaginar los ensayos con otras cosas. Bueno, y no solo el elenco, sino toda la gente que ha puesto su confianza en que este proyecto salga adelante.

¿Alguna otra clave de esta adaptación que hayamos pasado por alto? Llama la atención el cambio del género en el título de la obra, por ejemplo.A. M.:

Sí. Queríamos romper con los roles del galán, la dama, el criado..., democratizar todos los personajes y, también, al cambiar el género, cambiábamos de paso el rol activo de la seducción a las chicas. También nos cargamos a los padres. En la trama original, los padres estaban metidos en el enredo y quieren casar a sus hijos, y todo ese tema nos estorbaba un poco con la versión que queríamos hacer... Queríamos que todo se centrase en el enredo de los jóvenes y su manera de enfrentarse a los conflictos amorosos, especialmente a la torpeza y al ridículo, asunto universal en el siglo XVII, en los ochenta y en el 2020. Debido a esto, la obra se ha quedado más ligera, que era también uno de nuestros objetivos: hacer un clásico, sí, pero dinámico y no muy largo. Además, como el texto daba pie a ello, hemos adherido un montón de matices que no están en la obra original para que los personajes resultaran más coherentes y más divertidos; los galanes y las damas, a veces, son un poco sosos, pero en esta versión todos tienen alguna historia que los hace más genuinos.

Por cierto, para quien no les conozca, son una compañía modestita, de aquí, de Murcia, pero que ya ha destacado en el CreaMurcia y, sobre todo, en los Premios Azahar. Pero bueno, además de la adaptación, una asume la dirección y las tareas de iluminación; la otra actúa y se ha ocupado del diseño gráfico... Sacar adelante una obra para una compañía como esta, imagino, no es fácil, ¿no? Mucho trabajo...I. M.:

Sí. Es sumamente estresante. Tienes que estar aprendiendo cosas que están fuera de tu ámbito constantemente porque no te queda otra (las viñetas de @Yorokobu lo representan muy bien). Es una producción hecha con fondos propios. Aún así, esta es la obra en la que hemos contado con más gente, y sin ellos habría sido imposible: Rafa, Clara, Joaquín, Annie, Paco, Susana, Julia, Estrella, Old Coin, El Armario de Abraham...

A. M.: A veces pienso en el estreno y, que vayamos a conseguirlo, lo veo casi como un hito. La escenografía, por ejemplo, es prácticamente toda reutilizada o reciclada (Greta is proud). Me acuerdo de los viajes con Rafa, el escenógrafo, buscando palets en La Arboleja; me acuerdo de que gran parte de los elementos que hemos utilizado son de nuestros tíos, abuelos y padres; de que la que nos arregla todos los trajes (o, directamente, los crea) es la madre de Inés... Recogemos todo lo que le sobra a la gente de nuestro entorno, que además siempre nos ofrecen su ayuda. Pero hay mucho esfuerzo detrás de algo así...

Pero bueno, si algo caracteriza a quienes hacen teatro, es la pasión. Imagino que eso lo hace más llevadero..., ¿no?A. M.:

¿Sí? A veces no lo tengo muy claro... Las trabas burocráticas, el tener que estar pendiente todo el rato de cuándo te van a pagar este trabajo, el otro... A veces te ofrecen un proyecto y parece genial, pero al final acabas haciendo malabares para que sea, por lo menos, rentable. Y tantísimo esfuerzo para luego, a veces, no conseguir nada. Eso se ríe de la pasión. Pero es didáctico. El 'es que por lo menos es trabajo de lo que me gusta' es el ciempiés humano de 'la pasión por lo que uno hace'.

Pero claro, sí hay una necesidad de expresión; si no, no aguantaríamos ni de coña... Y en este caso, la encauzamos en lo escénico, e intentamos hacerlo lo más viable posible. De todas formas, muchos compañeros del ámbito de las artes escénicas nos han ayudado cuando no sabíamos nada y creo que eso ha sido importante. Cuando me hablan de cómo funcionan las cosas en países como Bélgica o Francia, pienso que allí sería más fácil (aunque no lo he vivido, es la sensación que me da). El apoyo económico es vital, pero sobre todo me parece urgente reducir las barreras burocráticas porque los trabajos creativos son muy específicos y algunas fórmulas no son eficientes y asfixian la posibilidad de crecimiento.

Por último: ¿tienen pensado seguir girando El discreto enamorao

Esperamos que sí. Tras el estreno comenzaremos con la fase de distribución.

A. M.: Así que, programadores del mundo, pillad esta obra, que es mu salá y lo tiene todo: un clásico del Yung Beef del siglo de Oro, comedia desenfadada, producto de la tierra.