Arturo Pérez-Reverte asegura que en España existe un cierto odio a la inteligencia. Dice que cuando surge una personalidad brillante, política, cultural o histórica, procuramos «destruirla y machacarla» porque nuestro primera reacción es la desconfianza. Por ello, el escritor cartagenero ha querido recuperar para su nuevo trabajo a un «héroe» que quizá la historia no ha tratado como debería: el Cid; o así, al menos, lo cree el académico, que regresó ayer a las librerías de toda España abrazado a uno de sus géneros fetiche, la novela histórica.

Como es habitual, al amparo de Alfaguara, este miércoles vio la luz Sidi, una «novela de frontera» dedicada efectivamente al caballero castellano Rodrigo Díaz de Vivar. Eso sí, advierte el académico que en sus páginas no se centra en las grandes gestas que dan lustre a su imagen, sino que este nuevo título de Pérez-Reverte recrea la «precuela» del héroe, los meses en los que el llamado 'Cid Campeador' empezó a forjar su leyenda.

Y es que el Díaz de Vivar que protagoniza Sidi, palabra que significa 'Señor', es «el Cid de Pérez-Reverte», a quien no le interesaba hablar del Cid más famoso y épico -ese que en Valencia es ya un guerrero poderoso-, sino ese que sale desterrado de Castilla con una mesnada de cuarenta o cincuenta hombres fieles de su pueblo; para el cartagenero, una situación familiar, ya que, en un encuentro con la prensa para presentar la novela, recordó cómo a lo largo de su carrera periodística conoció a «mucho mercenario y mucho marginal», como Rodrigo Díaz y su hueste. «Pero prefiero a un mercenario bien pagado y profesional que a un voluntario entusiasta», asegura el cartagenero.

En este sentido, Sidi es también «un manual sobre el liderazgo», señala su autor. «Este Cid es un líder hecho de silencios, autoridad y valentía, que luchaba con sus hombres en la frontera en la España del siglo XI, una amalgama de reinos cristianos y musulmanes de alianzas cambiantes», recuerda Pérez-Reverte. Gente con una fortaleza física y moral que los haría «gigantes a nuestro lado», sostiene el escritor, que se compró una cota de malla cuando escribía la novela para sentir el peso que soportaban estos hombres. Porque con esta novela, el cartagenero pretende que el lector vea esta historia con ojos del siglo XI, no del siglo XXI; que se sintiera dentro de la historia en la cabalgada, que sintiera hambre y frío, que sudara su armadura bajo el sol.

Un 'western medieval español'

Un 'western medieval español'Sobre la elección del tema, Pérez-Reverte explica que, en un país como España, es difícil encontrar héroes comunes a todos porque «cada pueblo tiene el suyo». «Cuando escribo una novela histórica tengo en cuenta con tristeza que en España carecemos de patriotismo cultural», mientras que en Italia «cualquier analfabeto está orgulloso de ser italiano, de haber sido romano. No hablo de patria, sino de formar parte de un territorio cultural», reflexiona el escritor, que encontró en el Cid al candidato perfecto para el puesto. Y, curiosamente, lo hizo viendo la tele, y no precisamente una película española...

En concreto, la idea de Sidi le sobrevino a la cabeza a Pérez-Reverte viendo una película del Oeste, de John Ford. Fue ahí cuando se dio cuenta de que los españoles también tenían ese «relato de fronteras» en su historia, y se preguntó cómo contaría el legendario cineasta estadounidense este episodio, ya que la frontera del Duero es, para el cartagenero, «nuestro lejano Oeste». Para el académico, era una pena que, a diferencia de lo ocurrido en Estados Unidos, esta frontera no haya tenido en absoluto plasmación en la literatura o el cine épico con árabes y cristianos en lugar de apaches. Por eso, está de acuerdo en que Sidi puede ser un «western medieval muy español».

Sin rastro de política

Sin rastro de políticaComo era de esperar tras la inminente convocatoria de elecciones, durante el encuentro fueron varios los periodistas que pidieron a Pérez-Reverte una reflexión acerca de la actualidad política, pero, en esta ocasión, el reportero no quiso hablar del tema: «No me envilezcas al personaje», respondió ante una de estas preguntas. Y es que, si para él el liderazgo y la brillantez intelectual quedan ya sancionados desde el colegio -«El sistema educativo está destinado a machacar la inteligencia», asegura, algo que aunque ocurre en muchos países europeos, en España se hace de forma «casi dictatorial», lo que hace que el inteligente se acompleje-, «la política es un filtro con el que los últimos rastros de brillantez quedan anulados por el sistema, y solo pasa ese filtro el que ha tragado, el mediocre».