¿Qué representa la poesía para la sociedad actual?

La poesía siempre es un camino no torcido dentro de una sociedad en la que todo está tergiversado. Los versos que son verdaderos, que tienen una implicación más allá de la estética, que van unidos a la ética, como decía Juan Ramón Jiménez, pueden enseñarnos mucho. Es un instrumento de lucidez en una sociedad tan degradada como la española.

¿Goza de buena salud?

Nunca ha gozado de buena o mala salud, su estado siempre es sano y hermoso, aunque no haya atraído a las masas. Ni falta que le hace tampoco. No hay un momento en el que la poesía sea una maravilla del todo o en el que corra el riesgo de desaparecer. Cuenta con una serie de vaivenes que son misterios de la historia. Hay momentos mejores y peores, pero en ningún país se juntan nunca poetas maravillosos porque lo extraordinario no abunda.

¿Qué le motiva para seguir escribiendo en esta etapa?

La poesía en mí es algo que viene de muy lejos. Empezó en la adolescencia y, afortunadamente, me ha acompañado toda la vida. No es algo que tiene que ver con la cultura, está relacionado con la vida y surge de cualquier aspecto de ella. No hay que buscar para encontrar, es la poesía la que te encuentra a ti y te sale al paso mientras caminas por el mundo. Lo único que tienes que hacer es estar atento, mirar y escuchar. Y, después, expresar con palabras lo que has visto y oído durante ese caminar.

En los poemas que escribe, ¿cuál es el peso de la nostalgia?

En mi poesía han desaparecido la nostalgia y la melancolía que hubo en momentos anteriores, sobre todo en la juventud. Con el paso de los años, se ha transformado y se ha convertido en una celebración del presente. No hay motivos para echar de menos nada porque todo lo tenemos delante, ante nuestros ojos. Cuando uno habla del presente, como es mi caso, hace un canto celebrativo que tiene poco que ver con la nostalgia.

¿Cómo recuerda sus inicios en el mundo de la escritura?

Gané el Premio Adonais en 1977 por el poemario Maneras de estar solo, pero antes había una prehistoria. El poeta aprende leyendo a otros autores anteriores. Todo lo hice sin precipitarme. Por eso no publiqué esbozos ni tentativas de mi adolescencia ni de mi juventud. Empecé a publicar en la década de los setenta, cuando pensé que podría tener interés lo que estaba escribiendo. Desde que gané el Adonais he seguido publicando con regularidad hasta la fecha. Y así pienso seguir si la suerte me acompaña.

¿La poesía está cerca de la calle o es un ámbito que pertenece a una élite cultural?

Ni es para entendidos ni es para ningún tipo de élite, es para todos los hombres. La poesía tiene que pensar en todos los lectores posibles. Es algo que pertenece al ser humano, tanto a los más allegados a ella como a los que se encuentran más lejos. Cualquier persona con una cultura y una sensibilidad normal puede acceder a la poesía verdadera. También está el caso de los falsos poetas, a los que no se les entiende una palabra o son especialmente retorcidos.

Sus clases en la Universidad le mantienen en contacto con los jóvenes, ¿cómo les ve?

La juventud siempre es maravillosa. No veo especiales diferencias con los jóvenes de antes, aunque sí que hay un sentimiento de desánimo respecto al futuro por la falta de expectativas. El momento es complicado pero siempre se encuentran motivos para seguir adelante y no dejarse vencer ni amilanarse.