Como decía Bob Dylan, los tiempos están cambiando, y la danza clásica cada vez consigue abrirse más camino. Sobre todo, entre los varones, que han logrado conseguir la aceptación que merecen tras muchos años de lucha, aunque aún queda camino por recorrer.

Murcia es una de las capitales de provincia que tiene el honor de poseer Conservatorio oficial de danza. De sus 530 alumnos, sólo 30 son varones. Pero son muchos más que los que había hace pocos años.

Ya en los alrededores del edificio del Conservatorio, situado a apenas unos pasos de la catedral, se oyen los taconeos y saltos contra el suelo. La clase que comienza ahora la componen seis niños de distintas edades de dos cursos: tercero y cuarto de Elemental, el primer nivel de enseñanza en el centro. Son pocos varones, así que tienen que practicar juntos pese a que son de distintos cursos. Pero este año son más de lo habitual.

Su profesor, José Antonio Robles, se graduó en este mismo Conservatorio muchos años atrás, y era el único varón de su promoción. «Son más alumnos que otros años, pero Murcia sigue sin darle a la danza el respeto que debería», opina con gesto serio.

Los niños vienen de todas partes de la Región. «Este es el único centro oficial de danza de Murcia, así que nos vienen niños de todas partes», comenta Toñi Alcolea, jefa de la extensión académica del centro, mientras los niños practican.

«Algunos hacen verdaderos sacrificios para poder venir. Van al colegio, comen, vienen aquí y salen de noche. Y aún tienen que hacer los deberes y estudiar, y a las ocho y media de la mañana tienen que ir al colegio otra vez. Tanto los niños como los padres hacen un verdadero sacrificio económico y de tiempo», añade.

Una de esas madres es Verónica, profesora de Educación Física y madre de Martín, uno de los chicos. Tiene otros dos hijos, ambos estudiantes también en el conservatorio.

«Tenemos tres hijos, dos chicos y una chica, y los tres practican la danza. Nuestros hijos entraron al conservatorio con muchas ganas, y nosotros encantados. Para mí un niño que baila consigue tener más equilibrio y más habilidad física que un niño que no lo hace. Le recomiendo a todos los padres animar a sus hijos a practicar la danza», afirma.

Toñi comparte su opinión: «Bailar no es sólo de cuerpo, sino también de cabeza. Por eso estos niños luego son buenos estudiantes».

José Antonio, el profesor, afirma que aunque se están derribando tabúes sobre la presencia de hombres en la danza, desgraciadamente no siempre es así: «Solemos tener menos alumnos en los cursos superiores porque se terminan yendo, ya sea porque uno de los padres no está de acuerdo con que bailen o porque los compañeros de colegio les hacen burla. Pero en los últimos años hemos tenido más alumnos varones. Algunos de nuestros graduados están ahora en Chicago o Nueva York», dice con orgullo mientras busca fotos de sus alumnos con el móvil.

Toñi confirma lo que dice su compañero: «Tenemos un convenio con el Instituto Cascales para que tengan horario compartido entre el Conservatorio y el instituto y puedan venir a clase en los cursos superiores, pero sigue siendo muy duro. La Región tendría que apoyar más a los estudios superiores artísticos. La gente luego no sabe lo que hay detrás del escenario, el trabajo que conlleva».

Trabajo que estos niños hacen a pesar de lo que digan los demás, porque para ellos la danza forma parte de su alma.