La cantautora chilena Francisca Valenzuela considera que su país tiene una sociedad «conservadora, pudorosa y miedosa» en lo que al reconocimiento de los derechos de los homosexuales se refiere y hace un llamamiento en la necesidad de avanzar en la integración de ese colectivo y en la educación sexual diversa.

La artista hace estas reivindicaciones desde Cartagena, donde actuó junto a Javiera Mena.

Valenzuela se considera una activista a favor de los derechos de los homosexuales, colectivo con importantes dificultades de integración tanto en su país como en Latinoamérica en general, ha explicado, donde «todavía queda mucho por hacer» para lograr incluso la «igualdad ante la ley y la aceptación total por parte del estado».

«Chile es una sociedad conservadora, tradicional, pudorosa, miedosa. Todavía falta integración, visión de país, empatía, diálogo. Pero lentamente se va avanzando y trabajar mano a mano con personas que están liderando estos cambios y llevan luchando por la igualdad de género y los derechos de las minorías sexuales es fascinante, impresionante y muy, muy poderoso», asegura. Además, Valenzuela ha dedicado buena parte de sus canciones a los derechos de la mujer.

A pesar de estas críticas, la artista valora muy positivamente «la escena artística vibrante, que palpita, que se mueve, que critica, que entretiene» en el panorama cultural chileno, con gran cantidad de artistas emergentes. Ella misma es una artista polivalente: antes de subirse a los escenarios, con solo 13 años, en 2000, publicó el libro de poemas Defenseless Waters, en inglés y prologado por Isabel Allende, que la condujo en pocos meses hasta los brazos de la reputada agente literaria Carmen Balcells.

Con ella publicó su segundo libro, Abejorros/Madurar, y fue en 2007 cuando saltó a la escena musical con su álbum Muérdete la lengua, que llegó a ser disco de Oro y de Platino en Chile.

En su opinión, literatura y música «están unidas en el sentido de que uno crea, inventa y explora la imaginación» con ambas disciplinas. Sin embargo, asegura, en su experiencia personal, se trata de «espacios mentales distintos»: «Cuando compongo canciones, tengo a mano varias herramientas: la melodía, la rítmica, la armonía, la emoción cruda de interpretar. Mientras que en la poesía o el texto las palabras están solas contra el papel y hay que construir todo desde ahí, y ese desafío es distinto», reflexiona.

En su concierto en el Parque Torres ofrecerá «un formato nuevo, con pocos músicos en el escenario» y aprovechará para presentar su último disco, Tajo abierto.