La Policía Nacional ha detectado en la Región una proliferación de laboratorios caseros para fabricar sustancias estupefacientes. Las personas que los llevan son «gente completamente normal» que aprende «con tutoriales en Internet» cómo es el proceso químico que han de seguir, y que no necesita una infraestructura sofisticada para montar su negocio: no hace falta un búnker, ni siquiera un garaje, basta con un cuarto y cuatro probetas.

Los fabricantes de pastillas suministran sus ‘creaciones’ a camellos que las venden en zonas de ocio: en el caso de Murcia, principalmente en Mariano Rojas o por Atalayas. La Policía Nacional y Local, en sus vigilancias y controles por estos entornos, en los que proliferan las discotecas, detecta habitualmente al camello que trapichea con las sustancias, pero dar con las personas que fabrican las ‘rulas’ en sus casas es bastante más complicado. Principalmente, porque no son ciudadanos cuya única fuente de ingresos sea el narcotráfico: son universitarios y trabajadores, y sus actividades no ponen en alerta a sus vecinos: no hay trasiego de clientes en el piso, en busca de una dosis, no hay olor a marihuana en el vecindario ni signo alguno que haga sospechar que un miembro de la comunidad está haciendo lo mismo que el protagonista de ‘Breaking Bad’.

A la pregunta de cuál es el perfil de quienes se dedican a fabricar anfetas en su cuarto, desde la Policía aseguran que «son gente completamente normal». «Muchas veces son estudiantes, otra vez eran personas que tenían un estudio de fotografía», comentan miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad especializados en la lucha contra el narcotráfico. «Gente joven, gente normal que, lo único, es que venden los fines de semana», hacen hincapié. Con que se hagan con «algunas sustancias que son legales, y otras alegales» y tengan «un poco de conocimiento» en materia de química, listo. Y si no, tutoriales.

Si se teclea en el buscador de Google ‘laboratorio pastillas casero’, salen 487.000 resultados. Los dos primeros, vídeos de YouTube: ‘Prensa para pastillas manual-tutorial’ y ‘FastTab, cómo producir pastillas en 3 minutos’.

Aunque el trapicheo de drogas «ha pasado siempre, no es una cosa nueva», el acceso generalizado a las nuevas tecnologías cambia la situación. En cuanto a por qué una persona normal, con su trabajo o sus estudios, se mete a aprendiz de Walter White, la Policía lo tiene claro: única y exclusivamente por dinero. «Fabricar una pastilla puede costar 50 céntimos de euro y luego la vende por 6 o 7 euros», detallan.

A la hora de desmantelar estos laboratorios domésticos, «llegar a ellos cuesta, porque los tienen en sus casas, sin levantar ninguna sospecha». La ‘tentación’ y la avaricia es lo que puede perder a estos fabricantes de pastillas: en la última gran operación policial llevada a cabo en la Región, se detuvo a unos vecinos que comenzaron en su casa y acabaron formando parte de una red de elaboración, adulteración y posterior distribución de sustancias estupefacientes de síntesis.

En mayo de este año, la Policía Nacional desmantelada, en el municipio de La Unión, un laboratorio clandestino en el que había una máquina capaz de fabricar 10.000 pastillas de éxtasis a la hora. También encontraron dos impresoras 3D con las que confeccionaban los moldes y anagramas de las mismas.

Según informó entonces la Policía Nacional, la operación se enmarca dentro de una investigación a gran escala, iniciada en marzo de 2021 y desarrollada en cuatro fases, que culminaba con la detención de 35 personas y la intervención de 158.000 pastillas de éxtasis y más de 40.000 euros. Esta última fase (con nueve detenidos y 5.000 pastillas de éxtasis decomisadas) fue el colofón y supuso, detalla el cuerpo, la completa desarticulación de la organización criminal investigada. Cuántas ‘cocinas’ de estupefacientes caseras quedan camufladas en casas normales, aún no sabe.

La ‘reina’ de las drogas sigue siendo la ‘maría’: cada vez se planta más 

Por muy de moda que se pongan los laboratorios, la ‘reina’ de las drogas sigue siendo la ‘maría’: cada vez se planta más. Esta misma semana, la Policía Nacional procedió a la desmantelación de una plantación de marihuana tipo indoor en la vivienda del municipio de Alcantarilla: hallaron 131 plantas que ofrecían un peso total de 96 kilos. 

El dueño de la casa fue detenido, aunque el Juzgado de Guardia lo dejó en libertad. También hace unos días, en la misma localidad, la Policía Nacional arrestaba a un varón por tráfico de estupefacientes, ya que encontraron varios sacos de marihuana en la parte trasera del vehículo que conducía. Esta persona también quedó libre con cargos tras pasar por el Juzgado de Guardia. 

Precisamente la realidad de que las penas por cultivo de marihuana, al estar considerada una droga que no perjudica gravemente la salud, tienen un castigo casi simbólico para los traficantes, es algo que impulsa a cultivarla. 

Con la ley en la mano, podrían caer de uno a tres años de prisión; pero, si las partes pactan y se conforman, la condena se queda en meses y los penados, habitualmente, no entran en la cárcel. 

Desde hace unos años, el auge de las plantaciones clandestinas de ‘maría’ en la Región de Murcia daba lugar a que se multiplicasen las intervenciones de esta droga por parte de las Fuerzas de Seguridad del Estado. 

En mayo, 43 detenidos, más de cien kilos de marihuana decomisados, armas de fuego y medio millón de euros en efectivo era el resultado de la operación llevada a cabo por la Policía Nacional. Y muchos eran extranjeros, en concreto ingleses. «Ellos tienen el dinero y la infraestructura para mover la droga, que compran a cultivadores locales, la inmensa mayoría españoles».