Catedrático de Medicina Legal y Forense de la Universidad de Murcia, aunque Aurelio Luna (Cáceres, 1951) se jubile, sigue participando en el estudio de los restos mortales del Nobel de Literatura Pablo Neruda, un trabajo cuyo resultado augura que estarán listos en la próxima primavera. Luna, que charla con LA OPINIÓN a raíz de su júbilo, dice que no cree que «merezca un homenaje, en esta vida hay mucha gente que hace su trabajo lo mejor que puede y ya está».

Si echa la vista atrás, en su trayectoria académica, ¿qué es lo que dice ‘esto no lo voy a olvidar seguro’?

Me cuesta muchísimo trabajo olvidar las caras. De alumnos de la primera promoción, del 86, tengo sus caras perfectamente grabadas, no las olvido. Los nombres... entre la edad y que se van acumulando, se difuminan. El resto de las cosas, uno las recuerda, forman parte de los ingredientes de ese ‘guiso’ que, en este caso, es la vida y la trayectoria. Es como mirar un cuadro: como ha sido agradable y no me puedo quejar, seguiré mirándolo.

¿No se puede quejar de nada?

Me podría quejar, pero, si me comparo con otras personas, creo que soy una persona muy privilegiada. No tengo ningún motivo para quejarme.

¿Qué es lo que más va a echar de menos al jubilarse?

Probablemente el contacto con los alumnos. Por lo demás... me gusta lo que hacía y creo que también me gustará lo que voy a seguir haciendo.

¿Y qué va a seguir haciendo?

Seguiré enredando, trabajaré un poco en el laboratorio y dedicaré más tiempo a pasear, al huerto, a los árboles...

«El caso de Eduardo Frei tenía un punto más interesante en cuanto al desafío científico»

¿Tiene un huerto?

Sí, tengo casi todos los árboles que te puedas imaginar de la fruta que se da aquí. Tengo ciruelos, melocotoneros, varias variedades de nectarinas, plataneras, limas de las de antiguamente, pomelos... la verdad es que tengo una variedad de árboles apreciable.

Es un huerto muy grande entonces...

Bueno, un huerto muy grande, no. Estamos hablando de tres tahúllas y medias. Tengo tres árboles de cada clase y los tengo para los amigos y para consumo propio. Y para entretenerme. Es un trabajo muy agradable, cuando tu vida no depende de cómo vaya la cosecha. Entiendo que los agricultores tienen una espada de Damocles, si el agua va, si el agua viene... En mi caso, si, en vez de cosechar más, o si los bichitos se comen la mitad, tampoco se hunde el mundo, no vivo de eso. Es un trabajo porque relaja. Y el tema del huerto y del jardín tiene un efecto pegadógico importante.

¿Y eso cómo es?

Porque te enseña, sobre todo, a tener paciencia. Que las cosas hay que hacerlas en su tiempo, ni antes ni después. A saber prever las consecuencias de tus actos a corto, medio y largo plazo... como escuela para afrontar otras cosas de la vida, es bastante útil.

¿Qué recuerdos le quedan de aquello de Neruda, que fue bastante sonado?

Bueno, el tema no se ha terminado, hasta que terminemos el último panel, que supongo yo que será a finales de abril o mayo... Creo que el caso de Eduardo Frei (líder de la oposición a Pinochet) tenía un punto más interesante en cuanto al desafío científico, análisis más novedosos... era más estimulante. Pero yo tuve la suerte de trabajar con magníficos profesionales y los recuerdos que tengo son muy agradables.

¿La conclusión entonces no la tienen todavía?

Con el tema de la pandemia se pararon muchísimos análisis, yo calculo que para abril o mayo habrá conclusiones.

«En la inmigración ponemos parches: cuando llegan aquí los inmigrantes y cuando la mitad de las ayudas van a ciertas manos...»

Y ahora, con la jubilación, el huerto, la vida que se avecina más tranquila, y tanta experiencia a sus espaldas, ¿qué consejo daría a los demás?

Si no sigo los consejos que me doy a mí mismo, no voy a ser tan presuntuoso de aconsejar a los demás. Cada uno ha de tener la conciencia lo más tranquila posible, no hacer daño de forma consciente ni deliberada a nadie. Es el único consejo que daría. Por lo demás, cada persona vive su vida en las condiciones que considera más aceptable.

Y en Cruz Roja, ¿qué ha cambiado, desde que usted empezó hasta ahora?

Sigo de voluntario en Cruz Roja y ahora tendré más tiempo para trabajar como voluntario de a pie. Cruz Roja sí ha sabido tener versatibilidad y capacidad de adaptación para ir respondiendo en cada momento, con la crisis de la covid, la económica y la presión del drama migratorio.

¿Cómo ve el tema de la inmigración?

Es un tema muy difícil de entender sin tener presente el tema de la desesperación. Podemos hacer un análisis desde nuestra perspectiva, pero, para los ciudadanos europeos, comprender qué salidas reales tiene una persona en el centro de África, es complicado. Ponernos en la situación del otro es básico. Y muchas veces lo que hacemos es poner parches: en destino, cuando llegan los inmigrantes aquí, y en origen, cuando la mitad de las ayudas van a ir a parar a manos que no son las más adecuadas... No quiero hacer demagogia, pero un adolescente de cualquier país europeo gasta en un fin de semana lo que otra persona tiene para vivir un mes, dos meses o tres meses... esas asimetrías tan grandes siempre tienen consecuencias.

«El volcán nos lleva a reflexionar sobre qué es lo realmente importante»

Tiene claro Luna que «la especie humana lleva mal el tema de la incertidumbre: partimos de falsas certezas. Mi certeza es que mañana me voy a despertar, igual que hoy; y, en función de eso, organizo mi vida». En este sentido, precisa que «cuando fallece alguien próximo a nosotros, o hay un accidente, eso desestabiliza la percepción de seguridad que nos hemos dado». 

«Necesitaríamos gestionar mejor la incertidumbre: no solamente la personal, sino la colectiva. Por ejemplo, si pudiéramos reflexionar un poco sobre las circunstancias del volcán de La Palma, nos daríamos cuenta de hasta qué punto nuestras estrategias de seguridad no tienen presentes una serie de eventualidades que son posibles», dice el catedrático.

«El volcán nos lleva a reflexionar sobre qué tienes realmente importante y en una situación de emergencias te llevarías, porque forma parte de ti. Almacenamos cosas pensando que vamos a ser eternos y ‘por si acaso’... Reducir el ámbito en que nos movemos a lo que realmente nos resulta imprescindible y urgente, eso sería importante para reflexionar».