La red social Twitter se ha convertido en un foro, a menudo estridente, donde se vierten todo tipo de opiniones y donde muchos dan rienda suelta a su creatividad. Una de las cuentas con más repercusión en nuestra comunidad, y más allá, es ‘Murcian Canton Memes’, @cantonalismemes, que luce como foto de avatar al protagonista de la revolución cantonal, Antonete Gálvez, con una de esas gafas de sol que en el universo de los memes se han convertido en símbolo de chulería macarra. ¿Quién se oculta tras la exitosa cuenta? Misterio.

«Si se supiese mi identidad perdería un poco el encanto. Además, me da un poco de vergüenza que la gente sepa mi identidad. Aunque la verdad es que bastante gente la sabe ya, algunas veces porque se me ha ido la lengua. En todo caso, esto es solo un hobby y me siento más cómodo en el anonimato». El éxito no fue inmediato: «El primer mes la cuenta apenas pasó de los 120 seguidores y tuvo escaso éxito. La dejé aparcada y pensé que ya era suficiente. Sin embargo, un mes después me dije: ‘bueno, por qué no, otro ratillo’. Fue en ese momento cuando decidí enfocar la cuenta también a la difusión histórica y cultural. Tuve suerte y conseguí un par de tuits e hilos virales (sobre todo con el hilo de municipios de la Región con Los Simpsons, y con el torneo de pueblos), y la cuenta comenzó a crecer y a crecer. Para cuando me quise dar cuenta, se me había ido de las manos y tenía muchos más seguidores de los que jamás pude esperar». 

Se le nota feliz con la experiencia y la (anónima) fama cosechada. Apenas se le ocurre ninguna experiencia negativa y sí menciona varios aspectos positivos: «Gracias a la cuenta he conocido a gente estupenda, me ha permitido escribir para C’Mon Murcia (me gusta mucho escribir), también ha aparecido uno de mis memes en el Teatro Romea durante Naukas Murcia, he hablado en la radio y, especialmente, que Estrella Levante me ha regalado cerveza: esto es como el Balón de Oro para mi cuenta». 

Vicio, diversión y libertad de expresión en la red

La cuenta de los memes sobre la murcianía suma 28.500 seguidores. Más de 70.000 se congregan en la de Juan Soto Ivars, un periodista de la tierra que frecuenta las páginas de LA OPINIÓN. De la tierra, pero exiliado. «De exiliado, nada», me replica, «que aquí en Cataluña esto del exilio se deforma a placer. Soy un murciano que se enamoró de una catalana, se casó y ha tenido un hijo en Barcelona». Y que ha sacado un libro sobre las redes, Arden las redes: La postcensura y el nuevo mundo virtual, por lo que entiendo que le interesa el fenómeno en lo teórico, más allá de la faceta de tuitero. «En realidad», dice el periodista murciano afincado en Barcelona, «las redes son secundarias: mi interés es la libertad de expresión y sus amenazas, las legales y las populares. Como usuario, cada vez me interesan menos: siempre las he usado por una mezcla de vicio, diversión y plataforma de promoción para lo que escribo. Me interesa, más que las redes, su efecto destructivo en la democracia». 

¿Twitter ha traído más cosas buenas o malas a la vida pública? «Malas. Sin duda. Polarización, linchamientos y activistas. La parte buena (más oportunidades para destacar y darte a conocer sin el filtro de las industrias) es engañosa: dependes de influencers y empresas opacas. Respecto a la democracia, hay gente que piensa que Trump es un síntoma de nuestra época, pero yo digo que el síntoma es Twitter. De hecho, Trump se parece mucho más a Twitter de lo que a sus creadores les gustaría admitir. Ambos son enemigos del pensamiento y utilizan nuestra distracción y nuestra furia para obtener beneficios».

Se suele decir que Twitter, que las redes en general, han democratizado la opinión. Cualquiera puede hacerse oír ahora, no hace falta ser periodista ubicado en un medio reconocido. Eso se suele decir. Y es lo contrario de lo que piensa Juan: «Es todo lo contrario. Las redes han tiranizado la opinión. En principio, es contradictorio, puesto que ahora cualquiera puede hablar. Pero hemos visto el efecto contrario: la opinión en las redes funciona en manada, en grupo, debido a los premios y castigos que la programación de la red ofrece. Uno dice aquello que le reportará relevancia y calla lo que puede comprometer su reputación. En este sentido, las redes nos hacen menos libres. Y puedes preguntar a tus amigos: ¿se sienten ellos más o menos libres de hablar ahora, o antes de las redes?». ¿Pero en Twitter hay más libertad que en los medios de comunicación convencionales, no? Un medio tiene un propietario con una línea editorial, en Twitter digo lo que quiera. «En Twitter la línea editorial la marcan tus seguidores, la gente, digamos, de tu cuerda ideológica. No creo que digas lo que quieres, no todo. Callarás lo que puede traerte problemas de reputación, como todo el mundo. ¿Cuántos tuits has borrado antes de darle a publicar? Pues bien: eso es la poscensura, que describí en mi ensayo. Esa mano que borra el tuit antes de publicarlo no siempre es la tuya». 

"Nos queda Pedro Sánchez para rato"

Otro buen puñado de miles de tuiteros conforma el grupo de seguidores de Pilar. Junto a su cara, aniñada y sonriente, luce la foto de la jugadora norteamericana de fútbol Leshnak-Murphy, que no se arrodilló junto al resto del equipo cuando este gesto, el de la genuflexión, fue adoptado por muchos estadounidenses para visualizar su repulsa a la discriminación racial. Su presentación suena provocativa: «Liberal. Subcampeona mundial de debate 2015. Consultora electoral en el exilio. Americanófila. Middle Eastern. Aquí me llaman facha, en general». Se llama Pilar Rodríguez Losantos, @pirlosantos para Twitter, y es uno de esos animales mitológicos que se conocen como ‘asesor político’. «Peor aún», me corrige, «soy uno de esos seres extraños y mercenarios que trabaja para los partidos que más y mejor le pagan. Mi función consiste en diseñar estrategias que consigan los objetivos de mis clientes. Igual que un consultor trabaja para obtener ventas, o un abogado para conseguir condenas, yo capto votos». ¿Y qué hace por Twitter? ¿Busca fama? ¿Desahogarse? «En mi caso ha sido casi una herramienta de empleo. A la mayoría de mis jefes los he conocido a través de Twitter. En política, además, es una herramienta fundamental. ¿Cuánto habrían pagado Aznar o Felipe González por tener una plataforma que en tiempo real pudiera mostrar cómo reaccionan los ciudadanos a sus propuestas, y sin intermediarios?». Pero Twitter es una jaula de grillos, especialmente cuando de política se trata. «Twitter es una comunidad amplísima que permite captar y descubrir mucho talento escondido, que me ha permitido conocer a personas que ahora son referentes intelectuales, políticos o incluso sociales con las que de otra forma probablemente no habría podido contactar nunca». 

Con Pilar no puedo dejar de hacer un inciso para hablar de política. Tenemos Pedro Sánchez para rato, ¿verdad? Y Vox ha venido para quedarse, ¿verdad? «Mientras la derecha debata en sus términos, no te quepa duda de que hay Pedro Sánchez para rato. En los debates identitarios que no se combaten con guerras culturales potentes el PSOE tiene todo que ganar. Precisamente por eso, VOX está siendo capaz de captar a la mayoría silenciosa que siempre había votado al PP aun con hastío, que luego se ilusionó con Ciudadanos y que ahora cree que España sólo se defiende firmemente con Abascal. O la derecha tradicional se pone las pilas o en unos meses tendrán un susto electoral importante». 

Me pica la curiosidad: ¿a qué político le habría gustado llevarle la cuenta? No duda un momento: «A Rajoy. ¡Sería un tuitero maravilloso! Imagina toda esa labia parlamentaria condensada en 280 caracteres. Genio y figura, don Mariano». 

Las redes sociales como escaparate profesional

Ana Jiménez, alias Viana, @vianabanjo en Twitter, ilustradora, cuenta con más de 24.000 seguidores. Utiliza la cuenta para compartir sus ilustraciones, pero se deja caer también con sus chistes. «Media hora frotando para quitar una mancha de sangre. No entiendo la gente que mata, qué pereza después». «Estoy tan cansada que si me llama Brad Pitt, le digo, mira, Brad, aún no me he sentado en tol día». La relación de Ana con Twitter se remonta a 2010, «por curiosidad y por tener algo de entretenimiento entre criar a mi hija y mi trabajo, que era, básicamente en lo que consistía mi vida. No era más que una forma de mantenerme ‘socialmente activa’ e informada».

Pero al hacerse autónoma, decide utilizarlo como escaparate profesional. «Poco a poco y sin saber muy bien cómo, fui teniendo cada vez más seguidores hasta hoy (sigo sin explicarme por qué me sigue tanta gente). Para mí ha sido y es una parte fundamental de mi trabajo, me han salido proyectos, colaboraciones, me permite establecer feedback rápidamente con el cliente, es una herramienta maravillosa si sabes usarla bien». ¿Malas experiencias? «No he tenido experiencias desagradables, exceptuando los típicos haters o faltones que insultan porque sí o los que se ofenden por cualquier cosa que digas. A esos, bloqueo y a otra cosa». Mira que si le gusta tu cuenta a Brad Pitt y te llama…