Amal Conesa, estudiante del Grado en Lengua y Literatura Españolas de la Universidad de Murcia, se conoce el terreno de la representación estudiantil y sabe dónde pisa. Fue el único candidato en las elecciones al Consejo de Estudiantes de la UMU y contaba con el respaldo de los delegados de facultad. Llega al cargo de presidente del CEUM en uno de los años más atípicos y difíciles de la universidad pero promete más voz para los alumnos y más transparencia.

¿Qué proyectos tiene en mente para este curso?

Queremos implantar el proyecto Mistral, que ofrece a los estudiantes una plataforma digital para transmitir sus incidencias en cuanto a calidad de infraestructuras o calidad docente. Ese soporte web lo moderan las delegaciones de estudiantes y el consejo de estudiantes, que se encargan o bien de responder directamente o bien de transmitir las demandas o quejas a los órganos competentes. Llevamos también una apuesta muy grande por la transparencia que ya iniciamos en la legislatura anterior con José Miguel Rojo, queremos que haya una agenda pública con las actividades e iniciativas del Consejo de Estudiantes y que se publiquen tanto nuestros presupuestos como las memorias económicas.

A la Consejería de Universidades y al Rectorado, ¿qué les van a reclamar?

Queda pendiente tratar de conseguir un mayor fondo de ayudas al estudio de la UMU, que se financian entre la Universidad y la Consejería. Trataremos de lograr una modificación de los precios públicos, en un primer sentido equiparando los precios del crédito del máster al del grado para que no se produzca un 'cuello de botella', y que se revisen las tasas porque llevan congeladas desde 2012, que ya se hizo una primera modificación simbólica rebajando la tasa de expedición de título.

El impulso de la ciencia ha sido protagonista durante la pandemia. ¿En este sentido, qué queda por hacer en lo que afecta a la comunidad estudiantil?

En una etapa social en la que no paramos de hablar que hay que apostar por la ciencia, creemos que una apuesta por este campo en la Región es rebajar la matrícula de doctorado. No puede ser que la media nacional del coste de matrícula de doctorado sean 260 euros y en Murcia esté en 388 euros. Hay que buscar más ayudas predoctorales para que los estudiantes puedan iniciarse en la investigación, y más ayudas posdoctorales para que no tengan que emigrar para poder hacer investigación.

Un año de legislatura será poco tiempo.

En la legislatura anterior impulsamos una reforma del estatuto del CEUM que está aún por culminar con la aprobación del Consejo de Gobierno y que permitiría que la legislatura del equipo directivo del CEUM fuera de dos años en vez de uno. Es muy complicado que se mantenga en el tiempo una línea de trabajo porque hay mucho trámites burocráticos que sí pueden ralentizar nuestra gestión.

El transporte sigue siendo un problema importante para los estudiantes.

Tenemos el reto de dotar al pabellón universitario del Hospital Virgen de la Arrixaca y al campus de Ciencias de la Salud de una línea de autobús que sea directo y ágil. Por otro lado, está el problema de la brecha de cohesión que tiene la Región, que afecta a los estudiantes, y para ello hemos reivindicado un bono único regional. La reducción de los autobuses que viajan de Cartagena, Lorca o el Altiplano hasta Murcia ha provocado que muchos estudiantes no se acerquen hasta sus facultades.

¿Cómo han sido las relaciones hasta ahora con la Consejería y el Rectorado?

Con la Dirección General de Universidades sentimos que nos escuchan e intentan aplicar nuestras propuestas. Con el Rectorado, en lo personal la relación es buena, pero es evidente que hay diferencias sobre la gestión que se han manifestado en ciertas ocasiones. Esas diferencias de gestión creo que tienen que ser salvables por su parte y por la nuestra, porque nos queda un año de trabajo en el cual el equipo rectoral tiene que cumplir una serie de medidas que prometieron en campaña electoral.

Con la dimisión en bloque del CEUM en julio, ¿le hubiera gustado una mediación del rector José Luján para evitarlo?

Creo que podría haber habido una mediación, no sé si por su parte o por alguien externo. Los motivos de la dimisión eran evidentes, el rector prometió en abril algo muy concreto y en junio se desdijo. Luján conocía los motivos de la dimisión porque se los expusimos en reuniones previas, y al margen de ello el rector tomó la decisión que tomó y nosotros la nuestra.