En el caso de que una mujer y su pareja, varón, fueran al Registro para inscribir a su hijo sin estar casados, él quedaría registrado como padre de la criatura tan solo con decirlo. Si van dos mujeres, y tampoco están casadas, la cosa se complica. «La madre no gestante está obligada a adoptar al niño o a la niña, con toda la burocracia que eso implica», explica Ade Campillo, presidenta de Asfagalem (Asociación de Familias de Gais y Lesbianas de la Región). Por eso Ade y Nuria decidieron, como muchas otras parejas de lesbianas, casarse. «Estamos en el activismo desde entonces». Ahora forman una familia con sus hijas Candela y Lucía, y su perra Pepita.

Profesoras de Primaria y Secundaria, son conscientes de la homofobia que aún existe en las escuelas. Sin embargo, no por ello consideran que se deba tolerar esta actitud. Ante el discurso del presidente López Miras de dar libertad a los padres para que decidan qué educación quieren para sus hijos, algo que repitió con vehemencia para defender el veto parental, Ade responde que con esta medida «lo que se permite es que los padres puedan disfrutar de la 'libertad' de ser un homófobo». En este sentido, cree que «es sorprendente cómo estamos siendo cada vez más tolerantes con la homofobia», entendida no solo como no ser violento con el colectivo, sino como «ponerse de lado» ante los ataques a sus derechos. «Antes de que llegara Vox, la gente tenía pudor: ahora te sueltan cualquier barbaridad cuando les apetece», lamenta Nuria, quien teme que el sufrimiento de las jóvenes lesbianas se incremente con la aparición de estos discursos.

Tanto Ade como Nuria rechazan que se deba permitir estos argumentos basándose en la «libertad de expresión» porque son un peligro para su familia. «Si les damos alas a esta gente y llegan al poder, nos van a quitar nuestros derechos», aseguran.