Los primeros pasos hacia la normalidad llevaron ayer a muchos ciudadanos de vuelta a sus puestos de trabajo en bares y comercios y a otros, a entrar en esos comercios y a sentarse en una terraza después de casi dos meses sin poder hacerlo.

Hostecar, La asociación que aglutina a este sector en Cartagena, estimaba que «solo se ha animado a abrir un 20% de los negocios que podían hacerlo y va a ser difícil que tengan beneficios». En la terrazas de los bares que se atrevieron a abrir, desde primera hora de la mañana, fueron muchos los ciudadanos que se animaron a sentarse en una terraza.

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Así ha recibido Cartagena la Fase 1 de la desescalada

Entre las que disfrutaban de un desayuno en la calle del Carmen se encontraban, Laura Bernal y Dori Rodríguez, ambas técnicos de enfermería, que han vivido de cerca la crisis del coronavirus y que, pertrechadas con sus mascarillas, explicaban que «da gusto salir pero nos da miedo que la gente no lleve mascarilla y muchos que tienen una, las llevan mal puesta porque no se tapan boca y nariz».

En la calle del Aire, Antonio León disfrutaba de un zumo de naranja «es genial poder volver a hacer esto y más con el buen tiempo que tenemos. Lo he echado mucho de menos».

Algo más tarde, Gema Sánchez, se tomaba la primera caña y decía que «la estoy disfrutando mucho, pero se me hace raro ver a tanta gente con mascarilla»

En la calle San Fernando, Karim Elhamri, se mostraba muy contento porque «mi tienda de ropa tuvo que cerrar por el estado de alarma cuando tan solo llevaba dos semanas abierta. Durante el confinamiento, a través de la web, he recibido algunos encargos, y ahora los clientes han venido a recogerlos».

En la misma calle, José Antonio Meroño, gestiona dos comercios, en el dedicado a los grabados. Nada más abrir ya había tenido un encargo, aunque algo especial, «una placa para un enterramiento en un camposanto. No es raro porque es parte del negocio». En su negocio de regalos y reproducciones de espadas todavía no había tenido clientes. «Creo que si el Ayuntamiento nos va ayudar a digitalizarnos y promocionar las venta on line, debería ser como un pequeño Amazon. El cliente encarga lo que necesita, y ese mismo día lo tiene en su casa».

Precisamente han sido las nuevas tecnologías, las que han permitido a la librería especializada en cómics de Rubén Alcaraz ,seguir funcionando durante el confinamiento. Ayer se mostraba satisfecho con la reapertura del local. «Nuestros clientes han venido a por los pedidos que tenían guardados. Estamos contentos con la reapertura».

«Como tocar el cielo»

Ayer también era el primer día que se instalaba de nuevo un mercadillo semanal y lo hacía en el Barrio Peral. De los 22 puestos de alimentación que podían instalarse, sólo lo hicieron 3.

Desde el Ayuntamiento de la ciudad portuaria se animaba a los cartageneros a que visitasen bares y comercios para ayudarlos y compensar así el esfuerzo que hacen al reabrir, pero siempre respetando las normas sanitarias para que no se de un paso atras en la lucha contra la pandemia.

«Estábamos paseando a los perros, hemos visto una mesa libre y aquí estamos, más a gusto que en brazos», decía Andrés Hernández, mascarilla bajo la barbilla, en la terraza de Íberos. Al doblar la esquina, en La Playa, Rafael López y Elena González compartían mesa. «Aquí estamos, hablando de si vamos a cobrar en el ERTE o qué va a ser de nosotros», contaba Rafael. Elena sonreía y juntaba las manos a la altura del pecho: «Tomarme una cerveza en una terraza después de dos meses ha sido como tocar el cielo».

Menos Quarto, el local con más superficie de terraza en los aledaños del campus de la Merced, también levantó ayer la persiana. «Vamos a intentar cumplir lo de la cita previa y los 45 minutos por consumidor [las dos principales medidas que tendrán que cumplir las terrazas, siempre a la mitad de su capacidad habitual para garantizar la distancia de seguridad], pero yo no puedo echar a un cliente de una mesa, vamos a ser flexibles», explicaba su responsable, Alfonso Gálvez.

En algunos bares, la reducción de mesas ha ido acompañada de una limitación de sillas. Es el caso de El Portal de Belluga, junto a la Catedral. «Preferimos prevenir que curar», afirmaba su gerente, Miguel Ángel Sánchez. Unos metros más allá, Sergio Andrada, de La Terraza de Belluga, se mostraba optimista: «Hay que ser positivos. La gente tiene ganas de salir y acabará consumiendo. Seguramente, al principio haya más cervezas, cafés y aperitivos que comidas, pero poco a poco volveremos a la normalidad, es cuestión de tiempo».

Continúa la incertidumbre

La cola de la librería González Palencia crecía por momentos. «El libro es un negocio en el que no hay picos de venta, así que a nosotros no nos afecta el parón como a un bar, quitando que no va a haber estudiantes y que estamos bajo mínimos, la vuelta ha sido relativamente normal», explicaba su dueño, Diego Marín.

Algo parecido piensa Sofía Martínez. La dueña de Galería Léucade contaba que «el arte no es de primera necesidad y es entendible que ahora mismo haya otras prioridades, pero es positivo ver que la gente tiene ganas de movimiento». En la fase 1, las galerías también pueden abrir. «Aunque sin actos masivos como puede ser una inauguración», precisaba Sofía. A otros negocios, el parón les ha pillado en el peor momento posible. «Estamos en un cambio de temporada -contaba Isidoro Muñoz, de Calzados Princesa-. Cerramos con zapato cerrado y ahora la gente viene buscando sandalias. Ese excedente, o lo malvendes o te lo comes». Manuel de La Vega, que tiene su tienda de ropa en la calle Jabonerías, apelaba a la urgencia de apoyar al pequeño comercio: «Nos quedan 15 días hasta que abran los centros comerciales, es ahora o nunca».