Ocurría hace 33 años y un día. Juan Pedro Martínez Gómez, de 10 años de edad y natural de Fuente Álamo, supuestamente viajaba con sus padres en un camión cisterna, conducido por su progenitor, en el que, además de la familia, iban más de 20.000 kilos de ácido. Se dirigían a Bilbao. En el momento en que descendían el puerto de Somosierra, en Madrid, el tráiler se estrelló en una de las curvas. Se encontraron los restos mortales del padre y de la madre. Del pequeño, ni rastro. Y nació el misterio.

Aquel niño, de seguir vivo, tendría ahora 43 años. Las teorías sobre lo que le pasó son de lo más variado: desde que su cuerpo fue disuelto en ácido hasta la idea de que fue secuestrado. Ayudan a alimentar la leyenda los datos técnicos. Tras analizar el tacógrafo del camión siniestrado, se vio que hizo doce paradas mientras subía el puerto. Pero paradas muy cortas, de apenas segundos. En la cima, el vehículo llegó a alcanzar una velocidad de 140 kilómetros por hora. Hasta el punto que acabó estrellándose.

¿Perseguía el padre a los secuestradores de su hijo? Si es así, se lo llevaría a la tumba. De ahí, el caos. Un montón de gente arremolinada alrededor del camión volcado, ácido esparciéndose por la calzada, una columna de humo. Los cadáveres de los padres, sin embargo, apenas tenían restos del líquido corrosivo. Cuando ocurrió el accidente, de hecho, nadie sabía que en aquel tráiler viajaba un niño. Fue después, cuando se les comunicó la desgracia a los parientes de los difuntos, los abuelos, cuando saltó la alarma: ellos aseguraron que el pequeño iba con sus padres.

Se especuló con todo. Incluso con que el padre había sido obligado a transportar droga en su camión. De ahí salió la teoría de que alguien había secuestrado al niño hasta asegurarse la entrega de los estupefacientes en el destino. Idea que se soldificó un año después, cuando la Benemérita encontró, en el interior de la cisterna, una lona blanca que contenía heroína. El alijo estaba rodeado de ácido. Ácido en el que, demostrarían los científicos después, de ninguna manera se había disuelto el cuerpo del niño. No tan rápido.

El ácido sulfúrico deshace tela, metales, cerámica y carne, aunque es un proceso lento. Los expertos aseguran que no es posible que disolviese el cuerpo del menor sin dejar absolutamente nada. No se sostiene la idea.

Salieron a la luz algunos que aseguraron ser testigos, y que dijeron que vieron a Juan Pedro subirse a una furgoneta blanca junto a otras dos personas, un hombre y una mujer. Por tanto, el niño pudo ser secuestrado justo antes de que se produjera el accidente. Algo que explicaría las paradas que realizó la familia, mientras subía el Puerto de Somosierra.

En línea con la teoría de la droga, la familia denunció que el padre había recibido amenazas durante semanas de una supuesta mafia que le exigía que trabajara para ellos, y que de ahí se explicaba la presencia de heroína en el camión siniestrado.

El caso es que han pasado 33 años y un día y sigue sin haber nada claro. La Interpol ha calificado la desaparición de Juan Pedro como la más extraña de Europa.