Nombres como los de Madeleine McCann, Yéremi Vargas, Asunta Basterra o Mari Luz Cortés siguen vivos en la memoria colectiva de la opinión pública. Pero antes que ellos hubo un caso que también impresionó, y cuya protagonista fue otra niña: la pequeña Rowena Rikkers.

Conocida como 'la niña de Nulde' (por la localidad del centro de Holanda donde fue hallado su tronco), el cuerpo de Rowena fue congelado, descuartizado y mutilado para evitar su identificación antes de esparcir los pedazos por diversos puntos de su país natal. Lo dicho, Holanda. Su vinculación con la Región de Murcia viene del hecho de que fuese aquí donde arrestaron a sus asesinos.

Paseaban por la Gran Vía de la capital murciana cuando fueron localizados. Antes, habían establecido su residencia en un piso de la vecina localidad de Alcantarilla. Wanda Rikkers y Mike Jansen estaban huyendo. Huyendo de algo tan atroz como haber dado muerte a una pequeña de sólo cuatro años. Y en su escapada, llevaron consigo a otra hija de ella: Rochelle.

Por los pasillos del Palacio de Justicia de Murcia, la madre de Rowena trataba de ocultar su rostro con una manta. Tenía entonces 26 años. Estaba embarazada de Mike, el otro procesado. Medios internacionales se hicieron eco del arresto. Se tramitó, evidentemente, la extradición, con el fin de que fuesen juzgados en el país en el que se cometió el crimen.

La fiscalía de Zutphen (Holanda) pidió quince años de cárcel y tratamiento psiquiátrico para Wanda por considerarla cómplice del asesinato de Rowena. Una pena similar fue solicitada para Mike, de 33 años, que habría maltratado hasta la muerte a la víctima. El delito habría merecido la perpetua si no fuera porque Jansen sufría, según los psiquiatras, un trastorno de la personalidad con toques narcisistas.

Rikkers tenía cuatro años cuando su padrastro la mató, supuestamente de tanto pegarle. Aunque los forenses no pudieron establecer las causas del óbito, se presume que pereció asfixiada. En su corta vida, la niña había sido golpeada, encerrada y «tratada como un perro», según el relato de los fiscales.

Mike Jansen antaño había sido policía, y le habían echado del Cuerpo por asuntos turbios. Abusaba de la menor como si se tratara de un adulto de su mismo tamaño. «Le daba sin cesar hasta que su cuerpo no lo resistía más», contó la madre a la Policía, poco después de ser localizada.

Le cortaron las yemas de los dedos para borrar las huellas dactilares. Le desfiguraron el rostro con una cuchilla y abandonaron la cabeza cerca del puerto de Hoek van Holland. La pequeña acabó siendo identificada por la dentadura y con ayuda de expertos en reconstrucciones faciales de la Policía.

Rochelle, hermana de Rowena, presenció el crimen. El padre biológico de Rowena y Rochelle, Martin Huisman, había perdido la patria potestad tras su divorcio de Wanda Rikkers. En diciembre de 2001, el hombre volvía a Holanda con su segunda hija, que se encontraba recogida por los Servicios del Menor del Gobierno de Murcia, comunidad hasta la que se desplazó el padre. En Dordrecht, su pueblo, a la pequeña le esperaba una gran fiesta de Navidad.