El Aula de Cultura de la Fundación Cajamurcia acoge hoy (19.30 horas) la conferencia Los restos arqueológicos de Cervantes, a cargo del doctor en Medicina y profesor de Medicina Legal y forense Francisco Etxebarría, popular por dirigir la búsqueda de los restos de Miguel de Cervantes en la Iglesia de las Trinitarias de Madrid. El forense atendió ayer a LA OPINIÓN por teléfono al poco de aterrizar en la ciudad de Murcia.

¿Cómo hacer comprender a un profano la importancia que tiene el haber hallado el enterramiento de Cervantes?

En mis conferencias, al hablar de estos descubrimientos, siempre planteo: si tienes interés, si los métodos fueron los adecuados y si los resultados han merecido la pena. En el caso de Cervantes, se sabía que estaba en las Trinitarias, porque esa orden pagó su rescate en Argel. Cervantes fue la tercera persona enterrada en este convento, en la primera iglesia del convento. Luego inauguraron la nueva iglesia y se dio la orden de trasladar a todos los restos, que eran de 16 personas. La esposa de Cervantes, había niños, un sacerdote... Pero no fueron trasladados de forma individual. Se mezclaron y se llevaron a la cripta.

El suyo no fue el primer intento de tratar de localizar en ese templo al autor de Don Quijote de la Mancha...

José Bonaparte, cuando fue rey de España, se planteó buscar a Cervantes y no lo logró. Porque lo que hacían era mirar los nichos de la pared, y los restos estaban en el suelo de la cripta.

Para usted y su equipo, todo un reto por delante...

Había casi 400 esqueletos en esa cripta. Pero había también una caja de madera, casi a un metro y medio por debajo del suelo. En su interior aparecieron los restos. Un conjunto de pequeños trozos de hueso. Entre ellos, los de Cervantes. Había quien había dicho que Cervantes, cuando hicieron el nuevo convento, quedó perdido bajo los escombros por desidia. Y no fue así. Cervantes fue trasladado a la nueva cripta.

¿Por qué no ha sido posible la verificación concreta de los huesos del escritor?

La verificación habríamos podido hacerla si hubiera salido el esqueleto. Varón, con seis dientes o menos y la patología en el brazo izquierdo. Cervantes, antes de morir, se describió a sí mismo. De haber encontrado los cuerpos no mezclados, si hubiese visto a ese varón, habríamos hasta exhibido una foto del cráneo.

Entonces sabemos que está entre ellos, pero no exactamente qué restos son de Cervantes...

Esa verificación concreta tampoco se le ha hecho a Shakespeare, a Molière o a Dante. Tras saber que Cervantes está en las Trinitarias, nos han escrito de Uruguay, de Filipinas, de Canadá... La lengua castellana la hablan 500 millones de seres humanos. Que Cervantes está vivo en su obra ya lo sabíamos. Y, cuando uno combina productos de cultura y de ciencia, que son los dos productos que generan los humanos, el proyecto que surge es una cosa muy interesante.

¿Qué se siente al tener delante la osamenta de un genio?

Que entroncas con un elemento de la Historia de muchísima importancia. Aunque Cervantes se muere siendo un desconocido, el conocido entonces era Lope de Vega. Cuando revelamos el descubrimiento, muchos profesores empezaban la clase diciendo a sus alumnos si habían visto las noticias, para explicar luego quién fue Cervantes. Aunque también hubo quien nos criticó por hacer esta investigación. O por el dinero que se gastó en ella.

¿Le criticaron por llevar a cabo una investigación de carácter forense y cultural?

Este país es así. Si se hace una cosa, porque se hace. Y, si no se hace, porque no se hace. Se llegó a decir que Ana Botella se había beneficiado del descubrimiento. Decir eso me parece una tontería solemne. ¿Cómo no va a estar presente Cultura, o el ayuntamiento de Madrid, en algo así?

Después de 'desenterrar' a Cervantes, ¿cree que algún día se conseguirá desenterrar a Federico García Lorca?

En ese proyecto también estoy metido. Estoy en el equipo, ante la expectación de, si aparece la fosa, poder analizar los restos. Su localización sería relevante. Lorca ya está reconocido, institucional y socialmente. Y representa a todos los demás que no se encontrarán. Aunque los profesores exhibimos los asuntos que salen bien. De los que no salen bien, están los cajones llenos. Quizás a Lorca no se le encuentre nunca.

¿Pero le gustaría?

Sí, me gustaría. Yo estudié con Aurelio Luna los restos de Pablo Neruda. Al tenerlo delante, recordaba sus poesías y al personaje.