«Me he quedado en paro, mi mujer tampoco encuentra trabajo y tenemos dos hijos a los que mantener, pero no sé cómo». Testimonios sangrantes como éste son los que reciben a diario los voluntarios del Teléfono de la Esperanza de Murcia, una ONG de ´escuchantes´ que ha visto cómo tras la irrupción de la crisis se ha multiplicado el número de personas que acuden a ellos en busca de ayuda «o simplemente, de alguien que les escuche», como nos cuenta Jesús Madrid, que preside la asociación desde hace años.

Sólo el año pasado, más de 11.200 personas solicitaron el servicio de atención en crisis del Teléfono de la Esperanza, «uno de los más demandados con diferencia, debido, sobre todo, a la falta de empleo y los problemas económicos de muchas familias». El desempleo ha modificado el perfil de los que llaman al teléfono (968 343400) y, si hasta ahora, la mayoría de usuarios eran mujeres (una tendencia que continuó en 2010, con un 61% de personas atendidas), ahora son más los hombres que contactan con esta asociación «porque al perder su trabajo, pierden también el rol tradicional de sostén de la familia y se sienten frustrados, como si, de repente, nadie les respetara», señala Jesús Madrid.

«Se sienten angustiados, deprimidos y eso les genera problemas con su pareja, con sus hijos y les resta confianza a la hora de buscar un trabajo», añade. Son hombres entre los 50 y los 55 años, que se enfrentan a un futuro laboral oscuro y su situación pone en riesgo el difícil equilibrio familiar. De hecho, «a veces, las que llaman son sus mujeres o sus hijos, preocupados por ver a su esposo o padre deprimido».

Cada caso es valorado por el voluntario que recibe la llamada y, si es necesario, se desvía a alguno de los profesionales de la asociación para recibir atención personalizada. En la actualidad, el Teléfono de la Esperanza de Murcia cuenta con una plantilla de profesionales que abarca desde psicólogos a abogados y orientadores familiares, que prestan sus servicios de forma totalmente gratuita. En la actualidad, en torno a un 20 por ciento de los llamadas que reciben en la asociación se desvían a estos profesionales para recibir atención especializada, mientras que la mayoría de los casos, hasta un 60%, se solucionan en la misma llamada.

«Lo que tratamos, ante todo, cuando hablamos con alguien que nos expone sus problemas es ayudarles a contener la angustia, ofrecerles una escucha de calidad ya que, muchas veces, estas personas no encuentran, ni siquiera aunque tengan familia, a alguien que les escuche sin juzgarles, sólo para aliviar sus miedos», señala el presidente de la asociación en Murcia. Y para lograrlo, el Teléfono de la Esperanza cuenta con casi 500 colaboradores que, para prepararse para ser ´escuchantes´ deben pasar antes un año y medio formándose.

De hecho, «contamos con el plan de formación más completo de la Unión Europea», se vanagloria Madrid, quien recuerda que la asociación, además de ofrecer un teléfono para hablar, lleva a cabo varios cursos, talleres y grupos de desarrollo personal con el objetivo de promocionar la salud emocional a lo largo de toda la Región.

Una salud emocional que ayudaría a evitar situaciones críticas como las que viven algunas personas que acuden a este teléfono para contar que van a suicidarse. «Esa es la situación más difícil a la que nos enfrentamos, aunque sólo suponen entre un 6 o un 8% de las llamadas, la mayoría de mujeres», señala Madrid. Pero, aunque llaman más mujeres, los hombres también lo hacen y, en su caso, son los que más cumplen la amenaza. «Las tentativas son más de mujeres pero los suicidios suelen ser de hombres», señala Madrid, que asegura, no obstante, que los voluntarios del Teléfono de la Esperanza siempre estarán al otro lado de la línea para intentar evitarlo. La llamada, ya lo saben, es gratuita.