«Sobre las siete de la tarde escuché un griterío muy grande y pensé que eran algunos borrachos saliendo de un bar. Cuando me asomé, vi que estaban pegándole a mi vecino. Uno de los agresores salió corriendo justo en ese momento, pero los otros dos seguían insultándole, gritando hijo de puta. Yo pegué unos chillidos y, al oírme, se fueron de allí». Esta es la declaración de uno de los testigos de la agresión, Juan Carlos Romero, que además de vivir en el mismo edificio que el consejero, trabaja en el bar Los Toneles, ubicado en la misma calle de las viviendas donde tuvo lugar la agresión.

Juan Carlos estaba en su casa pasadas las siete de la tarde y, además de presenciar «la parte final» del ataque, fue quien alertó a la Policía Nacional de lo ocurrido. «Mi vecino estaba muy nervioso, iba de un lado a otro de la calle, sin saber qué hacer. Le dije que iba a llamar yo a la Policía, y él entró al edificio abriendo con su llave, sin llamar al telefonillo», relata este testigo. Después de la agresión, Juan Carlos no volvió a ver al consejero, «pero a su mujer sí la vi a los pocos minutos, iba muy afectada».

Los agentes de la Policía Nacional que se encargaron de recopilar los datos del atestado interrogaron a Juan Carlos para averiguar los detalles del ataque a Cruz. Él explica que los agresores eran tres hombres españoles -«lo sé por el acento que tenían al decir hijo de puta», detalla-, iban vestidos de negro y con la cara descubierta.

Pero Juan Carlos no fue el único testigo de la agresión, e indica que «dos mujeres gritaban sinvergüenzas a los agresores desde la puerta del supermercado Sangüi».

«No tengo miedo por nosotros, pero creo que a este hombre tendrían que ponerle escolta», reflexiona su vecino, que no tiene «ninguna relación con Cruz».