El cementerio de Nuestra Señora de los Remedios de Cartagena, situado en el barrio de Santa Lucía y en uso desde 1868, alberga auténticos monumentos que actualmente se encuentran en un estado de deterioro muy avanzado pese a su gran relevancia arquitectónica y estilística. En concreto, se trata de aproximadamente 50 conjuntos funerarios erigidos por ricos burgueses que habitaban en la ciudad en el siglo XIX. Tal es el caso de las moradas silentes de las familias Pico y Crespo, Dorda Lloberas, Celestino Martínez o Aguirre, y diseñados por arquitectos de renombre, como Carlos Mancha Escobar o el modernista Víctor Beltrí y Roqueta.
Todos ellos recogidos en la tesis doctoral de la profesora de la Universidad Politécnica de Cartagena y subdirectora de Coordinación Académica de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura y Edificación (Etsae), María José Muñoz Mora, titulada ‘La muerte, su casa y su ciudad. El desvanecimiento de las ciudades silentes de Cartagena’.
Muñoz demanda protección para estas olvidadas edificaciones. Para ello, considera que, si bien declarar a todo el recinto como Bien de Interés Cultural (BIC) sería «demasiado», ya que no todo el camposanto es merecedor de tal distinción debido a las ampliaciones y reformas que ha sufrido con el paso del tiempo y también a que imposibilitaría el desarrollo del sacro recinto, sí que sería necesario establecer una protección parcial de la ordenación urbana del conjunto, incluidas algunas manzanas (como las de enterramientos de párvulos), que conservan la geometría y sistemas constructivos originales. Por otra parte, también sería muy interesante conseguir la protección de BIC para algunos de los 50 monumentos que se erigen en este denostado lugar.
Lamenta la profesora de la UPCT que actualmente no exista un criterio de actuación «preciso» en estos espacios. En este sentido, Muñoz afirma que en el año 2018 dirigió un equipo de investigación que redactó un Plan Director para la puesta en valor del cementerio de Nuestra Señora de los Remedios, plan que fue presentado a la Dirección General de Bienes Culturales de la Comunidad y que todavía está pendiente de respuesta. En dicho documento, que databa gráficamente el estado actual del recinto y aunaba directrices para su conservación, valorización y recuperación, se planteaba la creación de una junta gestora municipal que se encargara de decidir las actuaciones bajo un mismo planteamiento.
Muchas cubiertas se han derrumbado y el agua ha corroído las estructuras de metal y han erosionado la piedra
Avanzado estado de deterioro
Toda esta preocupación de los expertos nace fruto del avanzado estado de deterioro de muchos de los panteones, que tienen, en algunos casos, más de 150 años de antigüedad. Son edificaciones que, en muchos casos, están dejadas de lado en la actualidad, ya que las familias han desaparecido. «Es muy probable que, si la cosa sigue igual, muchos de ellos desaparezcan dentro de poco», ha lamentado Muñoz.
En concreto, según apunta la arquitecta, son muchas las edificaciones afectadas por patología o lesiones químicas, mecánicas o estéticas. En algunos panteones se ha caído la cubierta, de modo que el agua accede al interior, lo que provoca un gran avance del estado patológico. La vegetación también ha colonizado la mayor parte de estas construcciones que no han sido objeto de actuación desde su construcción original. Los sistemas estructurales, basados en la piedra natural en la mayoría de los casos, también sufren, en muchos casos, un alto deterioro. En lo relativo a la cuestión estética, la mayor parte de estas moradas silentes están dotadas de enorme profusión pues están ejecutadas con piedra natural o artificial, de modo que han padecido la erosión producida por el paso de los años, acrecentada por la contaminación procedente de Escombreras, y las estructuras metálicas están corroídas.
Algunas estructuras también han sido objeto de vandalismo y expolio. A lo largo de los años han sido sustraídas parte de las esculturas que había en el interior de algunas de ellas, como cruces y otros motivos decorativos de metal. También hay colonias de gatos y otros animales que han invadido las edificaciones.
Escasa documentación gráfica
Todo lo relacionado con estas edificaciones está muy poco documentado gráficamente, tal y como afirma la profesora de la UPCT. «Aunque el Plan General de Ordenación Urbana de Cartagena catalogue una decena de edificaciones del cementerio de los Remedios, no existe constancia gráfica actual u original de los mismos. Solo hallamos documentación gráfica de tres panteones en el Archivo Municipal de Cartagena, pese a que estuvimos indagando en archivos estatales, municipales y privados», apunta Muñoz.
De ahí la importancia, según ella, de constatar gráficamente todos estos monumentos, «para fijar un momento en su historia y contribuir con ello a su puesta en valor». Muñoz es profesora de dibujo en la Escuela de Arquitectura y forma parte del equipo de investigación Graphic Analysis And Methodologies For Architectural Research (Grammar), que se encarga (entre otras cosas) de datar, con las últimas técnicas gráficas existentes, el patrimonio. En la tesis se hicieron unas 50 fichas registrando el estado actual de cada uno de los monumentos: plantas, alzados, secciones, trabajo de dibujo vectorial, en tres dimensiones y con fotogrametría o escáner láser. Asimismo, se hicieron vuelos con dron para constatar el estado del camposanto y analizar sus patrones urbanísticos; ancho de calles, aceras o zonas verdes.
Trabajos en marcha para recuperar un sepulcro
Actualmente solo se llevan a cabo ciertas actuaciones en algunas de las moradas. Tal es el caso de la restauración del panteón de la familia Pedreño y Deu, Un monumento que pasó a ser propiedad del Ayuntamiento debido a que los propietarios llevaban dos décadas sin pagar las cuotas. El siguiente panteón a restaurar y que también pasó a ser propiedad del Consistorio fue el sepulcro de la familia Martínez de la Peña, tal y como anunció la vicealcaldesa y concejal de Patrimonio, Ana Belén Castejón. La fecha para llevar a cabo los trabajos aún no se ha definido.
