Si pudieran elegir, ¿qué querrían que fuera su hijo, un Messi o un Riccardo Muti? Los dos se encuentran entre los mejores del mundo en su profesión, pero sólo el primero es universalmente conocido, mientras que el segundo necesita presentación para la mayoría de los que leen estas líneas. Les confieso que también para mí, porque lo desconocía por completo hasta que me he lanzado al buscador que casi todo lo encuentra. Se trata de uno de los directores de orquesta más virtuosos y reconocidos, que ha sido designado para dirigir a la Filarmónica de Viena en el concierto de Año Nuevo con el que hemos dado la bienvenida a 2018.

Por si esta reflexión no es suficiente para dar por contestada la pregunta inicial, les recordaré que, gracias a los presupuestos participativos, el ayuntamiento de Cartagena acomete un plan de mejora de los campos de fútbol de titularidad municipal del que se benefician las instalaciones de las barriadas Virgen de la Caridad y José María Lapuerta, así como las de La Aljorra, El Albujón y La Palma. Sin embargo, el proyecto presentado por la Unión Musical Cartagonova para que les cedan un local al que trasladar su escuela de música fue desestimado.

Sería una situación normal si no fuera porque las otras tres escuelas de música que existen en el municipio sí cuentan con unas instalaciones públicas en las que desarrollar su labor y la Cartagonova solo reclama el mismo trato. Sus dirigentes admiten que reciben una subvención anual del Ayuntamiento de 17.000 euros, que apenas les llega para pagar el alquiler del bajo que ocupan, un gasto que no pesa en las cuentas de las otras bandas cartageneras. Además, la ayuda les compromete a ofrecer más de doce conciertos al año, según convenga a la programación cultural y de ocio del Consistorio. También confiesan que les ofrecieron un local en Los Barreros, pero sostienen que no reúne las condiciones necesarias para acoger las instalaciones de una escuela de música. De ahí que lo intentaran por la vía de los presupuestos participativos, en la que se toparon con un nuevo rechazo. Tanto obstáculo les indigna, pero no se rinden y seguirán intentándolo con la actual alcaldesa.

Los cartageneros hemos preferido destinar nuestro dinero, el de todos, a que nuestros hijos dispongan de suficientes campos de fútbol antes que a dotarles de un nuevo centro de formación musical. Y, si bien la práctica del deporte es imprescindible y saludable, no negarán que, si nuestros preadolescentes estuvieran mejor formados en el arte del pentagrama, nuestra sociedad sería más rica en cultura y el cansino y grosero reguetón invadiría menos nuestras casas, nuestras vidas.

Claro que para eso tendríamos que valorar más nuestra educación y, según el barómetro del CIS que hemos conocido esta semana, los españoles estamos lejos de ver como un problema nuestra falta de cultura y formación, también musical. Y luego nos escandalizamos de que nuestra clase política desafine y nos obsequie con lamentables espectáculos y se muestre incapaz de guardar las formas y gobernar en armonía, aquí y allá. Quizá, si viéramos la educación, o mejor dicho, la falta de ella como el principal problema, nuestros políticos no ocuparían el tercer escalón del podio de nuestras preocupaciones, ni la corrupción y el fraude estarían en segundo lugar, o tal vez habría menos paro, el campeón en la clasificación de nuestros mayores quebraderos de cabeza, según refleja la encuesta del CIS.

Termino planteándoles otra disyuntiva. Si tuvieran que elegir entre vivir sin fútbol o vivir sin música, ¿a qué renunciarían?

Al Ayuntamiento le toca el gordo

La ruptura del pacto de Gobierno entre PSOE y MC nos deja en Cartagena con un minigobierno de superconcejales, liderados por una exultante Ana Belén Castejón. La primera consecuencia es el ahorro anual de unos 200.000 euros en las arcas municipales, debido a la notable rebaja de los sueldos de los ediles de MC y a que sus asesores directos y su personal de confianza también son cesados del Consistorio. Por otra parte, también hemos conocido estos días que el PP reclama al exalcalde José López que devuelva 125.000 euros que, según los populares, no debió cobrar del Ayuntamiento por incompatibilidad con su labor empresarial, para lo que esgrimen un informe de los servicios jurídicos que señala esta supuesta irregularidad. Pese a que el exregidor niega que haya cometido fallo alguno y proclama que todo ha sido limpio y transparente, a falta de que se resuelva este punto, lo cierto es que la suma del ahorro en sueldos de concejales y asesores y la del dinero que tendría que devolver López asciende a 325.000 euros, prácticamente, lo mismo que se han embolsado quienes poseen un décimo agraciado con el Gordo de la lotería de Navidad, tras cumplir con Montoro. La cifra puede parecer escasa frente a los cerca de 190 millones de euros del presupuesto municipal para el finiquitado 2017, pero da para bastante. Esa cantidad la liberó la consejería de Cultura a finales de este año para recuperar seis bienes de interés cultural, entre los que hay tres molinos del Campo de Cartagena. Y sirvió, en 2014, para asfaltar veintidóa calles de siete barrios. O da para que el SEF regional imparta este año hasta trece cursos de emprendimiento para docientos parados mayores de 35 años. Y quién sabe si serviría para dotar de una escuela en condiciones a los más de 250 profesionales y alumnos de la Unión Musical Cartagonova.