La caída del Muro de Berlín fue un hito decisivo en la reunificación de Alemania, al que siguió un largo proceso de equiparación de las condiciones de vida en el este y el oeste del país que todavía no ha terminado y en el que ha habido tanto logros como decepciones.

Los avances los pueden casi palpar con las manos aquellos que estuvieron en la extinta República Democrática Alemana (RDA)en 1989 y que vuelvan a recorrer ahora ese territorio.

Sin embargo, en muchos ciudadanos del este persiste un vago sentimiento de decepción, en parte debido a que la situación en el oeste sigue siendo claramente mejor.

Un estudio del Instituto de Estudios Económicos de Berlín (DIW), con motivo de los 25 años de la caída del Muro, llega a la conclusión de que, desde el punto de vista económico, la reunificación ha sido un éxito, pese a que persistan diferencias.

Actualmente el producto interior bruto (PIB) per cápita del este es el 71% respecto al del oeste, la productividad el 79% y los ingresos disponibles el 83%. En 1990 la productividad del este era un tercio de la occidental, y el PIB per cápita menos de la mitad.

En la riqueza es donde persisten diferencias más grandes, puesto que el patrimonio que poseen los habitantes del este de Alemania equivale al 44 % del de los alemanes occidentales.

Eso implica que, mientras que cada alemán occidental tiene, de media, un patrimonio de 153.000 euros, los alemanes del este disponen en promedio de 67.400 euros por ciudadano.

Y ello a pesar de que el patrimonio de los alemanes del este ha tenido un crecimiento del 75 % desde la reunificación, sellada con el Tratado de Unidad, en octubre de 1990.

Lo verdaderamente problemático, según el estudio, no ha sido el desarrollo "sino las expectativas poco realistas de que pronto surgirían paisajes florecientes".

Con esa frase se recuerda en el informe el discurso que pronunció el canciller de la unidad, Helmut Kohl, el 1 de julio de 1990, con motivo de la unión monetaria y económica entre la República Federal de Alemania (RFA) y la RDA.

"Con el esfuerzo común pronto conseguiremos que Mecklenburgo-Pomerania, Sajonia-Anhalt, Brandeburgo, Sajonia y Turingia (las regiones del este) sean paisajes florecientes en los que merece la pena vivir y trabajar", dijo Kohl.

Lo que vino a corto plazo, sin embargo, fue algo distinto; la pérdida de productividad drástica del este de Alemania trajo consigo el cierre de empresas y un alza del desempleo, con lo que los ciudadanos de la antigua RDA se vieron confrontados a una experiencia que desconocían.

En 1991 el paro en el este era del 10,2 %, frente al 6,2 por ciento del oeste. En 2005 en el este el desempleo se había disparado hasta el 20,6 %, mientras que en el oeste la cifra se situaba en el 11 %.

Más tarde, en parte por los efectos de las reformas de la llamada Agenda 2010 que puso en marcha el gobierno de Gerhard Schroeder, el desempleo empezó a disminuir hasta situarse, según los últimos datos de septiembre, en el 5,8 % en el oeste y en el 9,1 % en el este.

En todo caso, la situación inicial produjo una ola migratoria del este hacia el oeste y los que se iban eran precisamente los más jóvenes y los mejor preparados. Entre 1989 y 1997 el este de Alemania perdió con ello un millón de habitantes, aunque las migraciones internas se han reducido desde entonces y en 2013 hubo incluso un saldo neutral.

El problema del paro masivo fue combatido con grandes transferencias financieras y prestaciones sociales que aliviaron las necesidades de los ciudadanos del este desde el punto de vista económico.

Según un estudio de la Universidad Libre de Berlín, la reunificación ha costado hasta el momento alrededor de 2 billones de euros, cifra que incluye esas transferencias, los diversos programas de incentivos económicos, los proyectos y traspasos para equilibrar el nivel de vida de todos los estados federados y las subvenciones europeas.

No se puedo evitar sin embargo que muchos ciudadanos del este tuvieran la sensación de que su experiencia y sus capacidades ya no eran apreciadas en la nueva sociedad en la que habían desembarcado.

Nació así el fenómeno denominado "ostalgie" -neologismo que mezcla las palabras "öst" (este) y nostalgia-, marcado por la idealización de algunos aspectos de la vida en la RDA.

Aunque ese sentimiento parece estar en retirada, sigue presente en parte de la población, mientras que los logros se consideran ya algo obvio que no merece la pena celebrar.