Un señor alto y con buen porte. De voz profunda y brillante retórica. Culto y enamorado de su profesión de galeno.

Un hombre actual, sencillo y ahorrativo, que cuando pierde peso acude a su sastre a ajustar sus trajes a las nuevas líneas ahorrando con ello buenos dineros.

En sus años mozos practicó el ´basket´ teniendo como mister al ilustre y admirado profesor Manrique Cos, deporte al que sigue siendo gran aficionado el nuevo alcalde. Sus largas piernas y estilizado cuello le hacen semejante a las aves zancudas que otean el horizonte por encima del hombro de los demás. Nada que ver este asunto con un exceso de orgullo o soberbia, si no todo lo contrario. Su timidez se esconde tras la montura de sus gafas, tendentes siempre a deslizarse sobre la nariz, a las que, en un rápido acto reflejo las vuelve a colocar en el lugar adecuado aprovechando la coyuntura para despistar a objetivos curiosos.

Allá por los setenta imaginábamos el futuro con excesiva ensoñación, más en lo aparente que en lo real, humanidad envuelta en papel de aluminio y mirando fijamente a las estrellas. Pues bien, don José Ballesta tiene como misión, según este tiempo de cacareada renovación y cambio, el llevar a Murcia con mano firme a un futuro todavía inexistente, por eso le hemos convertido en un hombre galáctico: alargando sus pabellones auditivos para mejor escuchar y poniendo fin a entradas alopécicas que no conducen a ningún sitio. Una figura semejante al inolvidable Anthony Perkins, aunque con gafas y mayor seguridad.