Entre partículas

Experimento: Halloween, nos gusta pasar miedo

Celebración del Día de Muertos, en México

Celebración del Día de Muertos, en México / Antonio Guirao

Antonio Guirao

Hoy se celebra la fiesta de Halloween (“víspera de Todos los Santos”), que se ha hecho muy popular en muchos países. Aunque resulte paradójico, a los humanos nos gusta pasar miedo, al menos en algunas ocasiones. Vemos películas de terror, visitamos casas encantadas, contamos historias de miedo, invocamos a los espíritus, nos disfrazamos de monstruos espantosos, buscamos sobresaltos en atracciones de feria… Los científicos dicen que este gusto por el miedo puede explicarse por causas psicológicas y físicas.

Respuesta biológica. Cuando nos enfrentamos a una situación que nos asusta, liberamos sustancias químicas que preparan el cuerpo para luchar o huir. Por ejemplo, la adrenalina aumenta el ritmo cardíaco y la frecuencia respiratoria. El cortisol ayuda a mantenerse alerta. Y la dopamina produce placer como recompensa. El efecto psicológico es muy complejo, y se activan a la vez emociones desagradables, como el estrés, y placenteras, como el alivio.

Celebración del Día de Muertos en México.

Celebración del Día de Muertos en México. / L.O.

Un reto divertido. El miedo puede ser excitante si sabemos que al final estaremos a salvo. El proceso negativo produce un proceso oponente que es positivo. Así, pasamos a sentir satisfacción cuando la situación de miedo desaparece. Es más, podemos sentir incluso triunfo al interpretar que podemos sobrevivir a situaciones amenazadoras.

SABER MÁS

¿Innato o adquirido? Hay miedos innatos, que hemos desarrollado por evolución para poder sobrevivir, como el miedo a los ruidos fuertes, a las arañas o a los objetos que se acercan rápidamente. Otros miedos se desarrollan a partir de nuestras experiencias, como el miedo a los perros tras sufrir una mordedura, el miedo a las abejas o el miedo a un examen.

¿Truco o trato? Es una costumbre de los niños en Halloween. Van disfrazados de casa en casa y piden algún obsequio (“trato”), como golosinas, a cambio de no hacer una travesura (“truco”) a los dueños de casa.