Un amigo tuvo una sala de fiestas durante el franquismo. Cada vez que actuaba un cantante en su local, él tenía la obligación de presentarse con la lista de las canciones y las letras que iba a interpretar el artista. Siempre recuerda al censor, con las gafas de cerca colocadas, repasando minuciosamente las letras de los temas de Cecilia; intentando encontrar metáforas subversivas en cada estrofa. ¡Qué tiempos!... que ya pensábamos enterrados, porque me entero que algunos Ayuntamientos les van a pedir a los cantantes la lista y las letras de las canciones a interpretar para descubrir con sus lupas metáforas que ellos consideren machistas (en democracia, eso sólo debería decirlo un juez), lo que hará que no sean contratados. Algunos temas del verano, y algunas canciones de cantantes tan fascistas como Sabina, Aute o Loquillo están en la lista negra. Y por supuesto que los Hogares del Pensionista que pinchen las coplas de Manolo Escobar (al que no le gustaba que a los toros fueras con minifalda) perderán la subvención. ¿Es que no se dan cuenta de que son sólo canciones? Pensábamos que Franco y sus putos censores estaban enterrados para siempre y parece que han resucitado y se han reencarnado en otra cosa. Malo y peligroso para la Libertad cuando el poder (siempre contagiado de los tics autoritarios) te dice qué es lo que puedes cantar, qué es lo que puedes escribir, qué cuadros puedes pintar€ A este paso, deberemos sacar del armario los viejos spray para volver a llenar las paredes con aquel grito de ¡Libertad de expresión!