Vamos con algunos ejemplos: ¡Nene, no te metas tan lejos que te puedes ahogar! ¡Ay mamá no seas tan exagerada!; ¡Pepe, no comas tan rápido que te va a indigestar! ¡Ay cari, no seas exagerada!; ¡Mari, no vayas con ese chico que solo quiere lo que quiere!; ¡Ay hermana no seas exagerada!; y ¡Solo fútbol y más fútbol me voy a buscar a otro! ¡Ay Nati, no seas exagerada! Aquí tenemos algunos ejemplo de cómo el ser humano puede utilizar el lenguaje para dar múltiples consejos que no son ciertos. Lo normal es que nadie, por su pie, se meta en el agua tan lejos como para ahogarse o coma tanto como para morir. Pero encontrar más de cien botellas de butano en un chalet ´okupa´, que se acaba de quedar sin techo porque alguien ha estado buscándole las tripas a una de las bombonas, justifica que la juez cuando terminó su revisión en Alcanar dijera que las bombonas «podían estar preparadas para un atentado». La respuesta no tardó: «Señoría, no exagere». Desde que conozco este pasaje de los atentados no dejo de pensar que una de las armas poderosas que tienen estos asesinos, sin duda, es nuestra estupidez.