Regresar al Noroeste por Semana Santa supone encontrarse, no solo con aquellos recuerdos de la niñez, entre arreglos de pasos en las vísperas de las procesiones para los que correteábamos las calles próximas a la iglesia de El Salvador y la esperada recogida de caramelos en la calle Colegio y Vidrieras. Supone también un reencuentro con los sonidos típicos de está Semana Santa, hoy ya muchos en el olvido, como las carracas o la peculiar Banda de Cornetas y Tambores de la Vera Cruz, que acompañaba a los pasos de los 'Coloraos'. Algunos sobreviven al paso de los años como las trompetas anunciando el Prendimiento en el huerto de Calasparra o los tambores sordos, en las procesiones del Silencio de Cehegín o Caravaca, y si de tambores se trata, una tradición que perdura en el tiempo es la eclosión que supone para Moratalla cada Jueves Santo, cuando sus calles se llenan de cientos de miles de redobles, que en la primera luna llena de primavera claman por el que será humillado para la salvación del pueblo cristiano. Una fiesta que se prolongará hasta el próximo domingo de Resurrección.