Hoy es un extraño día. Hoy es uno de esos días en los que me siento sobrepasado por acontecimientos y noticias múltiples. No tengo un único tema para desarrollar, tengo varios pero el espacio que me corresponde es limitado y a él me debo. Por eso voy a ir redactando hasta que llegue al límite establecido.

Comienzo por un hecho que me llenó de rabia, indignación e impotencia. Hace unos días tuve que hacer una gestión en un banco a primera hora de la mañana, tan a primera hora que tuve que esperar a que abriese la oficina correspondiente. Dicha espera estuvo marcada por el desalojo de un par de personas que habían pasado la noche, como muchas otras, en la zona de los cajeros automáticos; el director y los empleados de dicha sucursal limpiaron todo el recinto, retirada de cartones, bolsas varias, restos de comida y de variado pelaje. Una auténtica pena. Sigo pensando, alguna vez lo he planteado, que tanto en cuanto que una persona tenga que vivir en esas condiciones algo no funciona como es debido y no debemos mirar para otro lado. Nuestro deber es defender a estas personas; espero y deseo que alguien me mande un correo pidiendo firmar para realizar esta defensa al igual que la que me acaba de llegar que dice: «Defendamos las abejas».

Seguimos redactando y me apetece compartir con todos ustedes un sueño que me lleva asaltando varias noches y pido ayuda para su interpretación: todos los propietarios de la finca en la que vivo, siendo presidente de dicha comunidad, me acusan de varios delitos, entre otros, de malversación de los fondos de la misma para, según dicen, contratar a una persona para mejorar mi imagen frente a mis convecinos. Además, los comercios de la zona también me acusan de cohecho. Todos, absolutamente todos, en mi contra; solo me defienden, por lo menos de boca para afuera, los miembros de mi familia. En el desarrollo de dicho sueño sé que me hago preguntas. ¿Qué tendría que hacer yo? ¿Atrincherarme? ¿Salgo a la puerta de la finca y declaro que todos están errados? Cuando tenga la Asamblea de Propietarios, y unos y otros me pidan la dimisión de mi cargo, ¿cómo me comporto? Me agito inquieto en la cama y observo que estoy hecho un lío. Vuelta a derecha, vuelta a izquierda y, de pronto, algo de tranquilidad; al despertar recuerdo que en un momento determinado sonreía y sacaba barriga porque tengo amigos en las oficinas de la Administración de fincas y me han dicho que tranquilo, que ellos no van a ejercer ninguna acción contra mi persona. Por lo tanto, todos los propietarios están equivocados, se han inventado absolutamente toda la historia. ¿Por qué y para qué? Definitivamente, en ese duermevela inquieto, no comprendo a mis vecinos y pienso: El mundo contra mí, qué malvados son. Me observo dubitativo dándole vueltas a la cabeza y reflexiono: si todos los habitantes de la finca me acusan sin fisuras es que, muy posiblemente, algo habré hecho mal y lo que ocurre es que no me acuerdo, situación muy grave pues lo más seguro es que yo sea un perfecto caradura o que padezca una enajenación mental transitoria. Al despertar sin saber, de momento, cómo queda el sueño, me siento muy triste al no tener certeza de si soy inocente o no. Espero que el paso del tiempo, y posiblemente un nuevo sueño, aclare mis dudas. Si esto ocurre en la vida real, grupo de personas que acusan a otra de delitos varios y esta lo niega todo. Es para preguntarse: ¿Quién está en posesión de la verdad? Si las acusaciones son falsas, ¿por qué no acude, a su vez, a la Justicia y pide amparo y castigo para los acusadores? No sé, apenas me desperté y me dije: «Los sueños, sueños son».

Extraño día, tan extraño que se acaba de acuñar un nuevo término literario, 'chupapollismo'. La explicación viene de la mano de un buen amigo que me remite lo siguiente: para mí, desde hace unos años la literatura se ha prostituido hasta unos límites indecentes. Estoy cansado de ver cómo cientos de autores surgen por doquier, cuyos únicos méritos literarios son la creación de gigantescos círculos de 'chupapollismo' entre ellos mismos, faranduleo y gilipolleces variadas. Muchos son 'escritores', que se vanaglorian de publicar su cuarta o su quinta edición, cuando realmente cada una ha sido de 80 o 100 ejemplares, que en su vida hubiesen pasado ni diez minutos del primer corte en la selección de una editorial decente. Sobre la poesía, me sorprende la cantidad de 'poetas' que publican y asaltan las redes sociales a diario, encumbrados y palmeados por hordas de acérrimos seguidores incapaces quizá de atisbar la pésima calidad de lo que están leyendo; 'escritores' con textos sin rima, sin métrica, sin sonoridad siquiera, porque una cosa es el verso libre y otra muy distinta 'ajuntar palabros'. Estos círculos se han ido expandiendo y generando una grave y dañina metástasis en la literatura, en detrimento de la calidad de la misma, tapando en muchas ocasiones a otros grandes escritores que sí aportan belleza, estilo y brillantez. En mi opinión, no existe ya un criterio selectivo. Lo dicho, extraño día.