No, yo tampoco había visto nevar nunca en Cartagena. Fue emocionante, histórico. Es probable que no vuelva a vivir un momento así en lo que me reste de vida, aunque con esto del cambio climático, el tiempo parece un poco loco y lo mismo pasamos de un calor asfixiante en pleno mes de diciembre a las playas como Cala Cortina cubiertas de nieve con los termómetros a cero grados. Menos mal que esto del frío apenas dura unas semanas y, en breve, estamos otra vez tomando la calle. Jornadas como estas le hacen pensar a uno por qué no se vienen al sur todos los finlandeses, los suecos y los noruegos, que aquí les daremos calor humano. ¡Por Dios, da frío pensar cómo pueden vivir así de congelados prácticamente todo el año! Que sí, que, para un rato, la nieve es bonita y podemos jugar con ella, pero que no nos roben el sol de esta tierra nuestra.

Quien puede hablarnos del frío que hace por allí arriba es nuestra vicealcaldesa, Ana Belén Castejón, quien hace apenas una semana se encontraba en Noruega para asistir a la Feria Internacional de Oslo y vender las bondades y atractivos de nuestro municipio. Y parece que convenció a los noruegos, ya que según anunció el Ayuntamiento, el segundo periódico más importante del país situaba a Cartagena como uno de los veinte mejores destinos turísticos del mundo. ¡Y mira que hay destinos en el mundo! Nuestra ciudad era la única española que aparecía en esa lista y sólo había cuatro europeas. ¡Ozú! Igual se han pasado un poco, pero de lo que no hay duda es de que llevamos años creciendo a un ritmo vertiginoso en el sector turístico y batimos récord de visitantes año tras año. Además, Cartagena tiene grandes tesoros que le permiten a Castejón presumir en las ferias nacionales e internacionales y es bastante probable que más temprano que tarde veamos por aquí a grupos de noruegos recorriendo nuestra Calle Mayor mapa en mano.

Supongo que el sol y las playas habrán ocupado buena parte de los argumentos de la vicealcaldesa para vender nuestro municipio a los noruegos, aunque manda narices que, precisamente ella, que promocionó nuestra ciudad en Noruega, haya sido la gran ausencia en el día en que Cartagena echaba el resto en la Feria Internacional del Turismo de Madrid (FITUR) por culpa de la nieve. ¿Qué pensarían los noruegos a los que hace siete días les vendimos nuestra excelente y estable climatología cuando, una semana después, vieran nieve en nuestras costas? Basta con enseñarles las históricas portadas de este periódico para que se den cuenta de que esto del frío y la nieve es tan raro para nosotros que nos provoca la misma o más ilusión que a ellos cuando ven un rayo de sol.

Los 400.000 visitantes que han contabilizado este año los yacimientos de Puerto de Culturas hacen más creíble el objetivo de alcanzar el millón de turistas al año que se marcaban desde nuestro Ayuntamiento hace una década. Y eso, sin el aeropuerto regional ni el AVE. Aún recuerdo cuando al oir esas cifras, creía en las posibilidades de crecimiento del sector y les planteaba a mis amigos abrir una tienda de camisetas para los turistas. Entonces, apenas había comercios especializados. Ahora, hay unos cuantos y es raro el negocio que no aprovecha el tirón del auge turístico.

Además, nuestro Gobierno regional se ha percatado por fin del potencial del turismo religioso y de que nuestra Semana Santa puede presumir de ser tan pasional y atractiva como otras a las que se les da más bombo en nuestro país. Y no se ha olvidado de incluir como punto de partida de esa ruta sacra que quiere elaborar por la Región la dársena de Santa Lucía, por donde se dice que llegó a España el apóstol Santiago con la luz del Evangelio.

Para luz la que ha visto el joven de 33 años rescatado con vida tras perderse en el Roldán. Sólo él sabe lo que se le ha pasado por la cabeza durante las casi 24 horas en las que la nieve y el intenso frío consumían su energía y las de los suyos. Aunque también un poco las de todos los cartageneros. Porque cuando, a través de los mensajes de whatsapp y de las confirmaciones oficiales, nos fuimos enterando de que lo habían encontrado vivo, se produjo una especie de alegría y alivio colectivo y hasta nuestro alcalde dijo que había sido un milagro. La emotiva reacción de su madre al enterarse pone los pelos de punta. Supongo que, más tarde, más calmada, le echaría la oportuna regañina por irse sin móvil y sin ropa de de abrigo, pese a que el temporal estaba más que anunciado, aunque me da a mí que ha aprendido la lección. Ya en el hospital, sano y salvo, el joven destacaba que en situaciones así es cuando se da uno cuenta de quiénes son tu familia y tus amigos. Espero que nosotros no necesitemos encontrarnos en situaciones tan límite para que sintamos el calor de los nuestros. Eso sí, con unos buenos guantes, una buena bufanda y un buen gorro, mientras esperamos el próximo susto, la factura de la luz.