¡Qué angustioso es comprar algo que te tienes que comer en poco tiempo porque caducan! Compras plátanos y enseguida se ennegrecen y maduran tanto que no se pueden comer, a pesar de estar en el frigorífico; cambias la bombilla del faro del coche y en menos de un año hay que volver a hacerlo; compras pan por la mañana, y por la tarde no hay quien se lo coma y si lo congelas cuando lo sacas del frigorífico y lo descongelas decimos que «esto no hay quien se lo coma». Y así, infinidad de productos. Esto se ha trasladado a otros ámbitos y decimos, por ejemplo, en referencia a ideales y utopías: «Eso está ya caduco». El sistema ha hecho que veamos, creamos y sintimos que todo caduca. Hay cosas en la vida que como la dignidad humana siempre serán permanenten.