Así son recibidos los refugiados sirios en Canadá, tal y como se explica en un reportaje en The New York Times y recogido por diversos medios digitales. Lejos de encontrar en el mestizaje cultural un problema, el país norteamericano asume la interculturalidad como un avance, con sus diferencias, pero lo más importante: con respeto. Y algo tan sencillo como esto, hace que uno se sienta como en casa. La esencia de este modelo radica en la educación, donde los niños aprenden que todos somos diferentes -con nuestras costumbres, nuestra cultura, nuestro idioma- y encuentran en la diversidad una oportunidad para enriquecerse. Este asunto no es fácil, pero basta con abrir los ojos, mirar a nuestro alrededor y ser realistas. La convivencia empieza por aceptarnos tal y como somos, y la educación es clave. Pero los colegios no son los únicos que deben tirar del carro de la inclusión, como destaca el pedagogo Luis Torrego, quien afirma que «no puede haber colegios inclusivos si la sociedad es excluyente». El método es sencillo; que levante la mano a quién no le gustaría sentirse 'bienvenido'.