El Mar Menor debe recuperarse y la agricultura del Campo de Cartagena debe seguir teniendo opciones. Creo que en ambas cosas todos encontraremos un punto de acuerdo. La singularidad ambiental y la potencia turística del Mar Menor es un activo al que los ciudadanos de esta región no podemos (ni queremos) renunciar, y el sector agrario del Campo de Cartagena también es un valor que nos merece la pena defender.

Entonces, ¿qué hacer? Sin duda la ecuación no es fácil. Sabemos que una parte relevante del problema que arrastra el Mar Menor deriva de los subproductos de la agricultura tecnificada que de una forma u otra llegan a las aguas de la laguna, y por eso sospechamos que no solucionaremos el problema del Mar Menor sin abordar el problema agrícola.

Yo voy a proponer, así a vuela pluma, cuatro vías para intentar una solución integral de medio plazo. Tres de ellas parece que están en marcha, y la otra me la apuntaré de cosecha propia.

La primera de las líneas, que la fiscalía y el organismo de cuenca parece que están abordando aunque no sé si con intensidad suficiente, es la de aislar y perseguir a las empresas agrícolas que rompen con la ley y hacen de su capa un sayo. No son todos los agricultores y empresas del Campo de Cartagena, sino un grupo, aunque probablemente sea un grupo más amplio del que a esta fecha está identificado. Incluso las organizaciones agrarias más significativas nos dicen que esta gente no son ellos. En esta línea el cumplimiento estricto de las normas es un mínimo punto de partida.

La segunda vía está en marcha por la consejería de Agua, Agricultura y Medio Ambiente. Son los filtros verdes. Ingeniería biológica al servicio de la eliminación de los nitratos que llegan al Mar Menor. Las perspectivas de estos filtros, aunque seguro que con resultados más a medio plazo de lo anhelado, son realmente interesantes, y la combinación de técnica descontaminadora, ecología y paisaje de los filtros verdes los hace una herramienta muy sugerente.

La tercera, más de detalle pero también interesante, es la bioelectrogénesis, ya en experimentación en varias explotaciones. Retirar el nitrato con la complicidad de microrganismos electroestimulados (no se extrañen, cada uno se estimula como puede).

Pero la cuarta línea, la que arrogantemente me anoto como de cosecha propia, es la que apenas se está escuchando y que, sin embargo seria la que habría que empezar a estudiar en serio. Se trata de imaginar un escenario de más largo plazo en el que la agricultura del Campo de Cartagena fuera menos intensiva en nitratos. Esto se conseguiría haciendo virar una parte relevante de su producción hacia la agricultura ecológica. Sé que esto no es fácil, pero intuyo también que la rentabilidad y la potencia exportadora del mercado masivo de alimentos ecológicos hacia Europa podría hacerlo posible. Estúdiese.