Han pasado dos años desde que en esta misma sección publicara un articulo al que titule Ha nacido una novelista. Hablaba de Josa Fructuoso, articulista también de LA OPINIÓN, y del primer libro que ella se disponía a publicar porque había conseguido el IX Premio Fundación Arena de Narrativa anteriormente Premio Terence Moix por su primera novela, Perros de Verano. Una obra que más tarde fue publicada por la editorial Egales. Recuerdo que en aquel artículo resaltaba la apreciación que el jurado tuvo del buen hacer literario de Josa Fructuoso al calificar su novela de «excepcional calidad literaria».

Pues bien, aquel premio sirvió para que Josa tomase conciencia de que podía dedicarse a eso tan maravilloso de contar historias, e historias bien contadas. Y eso es lo que ella hace con otro libro que acaba de publicar, El color de los peces azules, y que será presentado en Murcia tras firmar ejemplares en la Feria del Libro, de Madrid, el día 21 de este mismo mes.

No me equivoqué al titular aquel articulo porque era así, había nacido una novelista, como pone de manifiesto esta nueva obra cuyo relato se enmarca en el periodo de la Transición cuando, muerto Franco, España estaba saliendo de la dictadura y aún no había entrado la democracia. Los personajes que en esta obra aparecen son reflejo de las inquietudes y contradicciones que le tocó vivir a una juventud que había desafiado al franquismo y que, de alguna manera, continuaba luchando contra sus secuelas.

Se puede afirmar que Josa Fructuoso se ha hecho mayor de edad en la literatura. No exagero si digo que es una obra escrita con maestría literaria y con gran inteligencia. Inteligencia que le ha permitido hacer un retrato fiel y reconocible de lo que estaba ocurriendo en esos momentos, consiguiendo un dibujo histórico en el que los movimientos feministas y artísticos del momento tienen un gran protagonismo.

El color de los peces azules nos habla de la historia de amor de Ari y Miryan, aunque se nos presenta también como la historia de un error, tal vez necesario, se nos dice, que comete la protagonista, una mujer desconcertada que busca sin encontrarlo su lugar en el mundo.

El escritor José Luis Serrano, autor entre otras obras de Sebastian en la Laguna, que será llevada al cine, ha escrito que «Josa Fructuoso escribe muy bien. Los diálogos, las reflexiones, están cargadas de sensatez, de esa sensatez y sentido común que da la vida, que suponemos larga y llena de experiencia? literatura honesta, madura y elegante». Y yo no puedo por menos de compartir esta opinión porque, qué quieren que les diga, a mí no me ha cogido de sorpresa. Su primer libro ya me hizo ver en ella lo que hoy es, una novelista a la que hay que leer con atención cosas como: «Cuando las últimas palabras de Ari se apagan, el silencio, como de algodón, invade la casa. Desde los dos balcones del salón se ven caer la abundante nieve y la hilera de esas estalactitas de hielo que penden del tejado de la casa de enfrente forman una estampa que, como cada vez que la ha contemplado, absorbe la atención de Ari».

Cuando me eco del primer libro de Josa Fructuoso casi me justificaba por escribir de alguien que comparte el mismo medio para publicar sus artículos. Y llegué a referirme al pudor que quienes nos dedicamos al periodismo sentimos al hablar y ensalzar los logros de los que comparten con nosotros el oficio de escribir. Pero esto ha dejado de preocuparme porque el entusiasmo que confieso por la obra de Josa Fructuoso está justificado: una escritora a la que vimos nacer como novelista.