La Comunidad Autónoma informaba que el Servicio Murciano de Salud (SMS) ha reclamado 789.465 euros a diferentes clínicas privadas de la Región de Murcia por «un desajuste en el aprovisionamiento de material para cirugías traumatológicas que estaban suministrando las áreas de salud, y que correspondía por contrato a los centros concertados». Y la nota continúa explicando las muchas incidencias que al parecer se han producido en este campo. Incidencias que han ocasionado un gasto, no justificado, desde 2011 a nuestros días. Y después de contar no sé cuantas cosas más, se nos dice que con estas actuaciones «se está dando respuesta a las recomendaciones del Tribunal de Cuentas, de la Intervención General y la Intervención Delegada en materia de subvenciones, contratación, conciertos, patrimonio, contabilidad, facturación, aprovisionamientos y servicios, obras, dietas y otros gastos corrientes, farmacia, recursos humanos y en los recientemente firmados acuerdos de gestión».

Ya ven, cosas que deberían escandalizarnos y que al ciudadano le deja frío porque ya está acostumbrado a sufrir y padecer los recortes en la sanidad publica murciana y la cada vez más frecuente externalización de sus servicios. Sí, el resignado paciente ya sabe muy bien lo que está pasando porque lo está sufriendo y es que, créanme lo que les cuento, un doliente de esta Región se puede encontrar con que, después de esperar largo tiempo para que le realicen una ecografía, lo llamen de uno de esos servicios externos y lo citen para hacerle la dichosa prueba. Y puede ocurrir que llegue allí, que espere y que lo dejen tendido o tendida en la mesa en la que le han de hacer la mencionada ecografía un tiempo interminable hasta que aparece la médico y de pie, de prisa y corriendo, le haga la prueba en menos que canta un gallo.

Los expertos consideran que una ecografía renal ha de durar unos quince minutos, incluso doce puede ser suficiente; lo que no podrá ser nunca suficiente es una ecografía de tres minutos, con la especialista de pie, dando sensación de prisa y corriendo porque, en el lugar en el que efectúa la prueba no cuenta con el ordenador que le permita hacer los informes. Así es que, con cada prueba, la especialista ha de salir al pasillo, correr hacia otro lugar donde se encuentra el dichoso ordenador para poder realizar el informe pertinente. Es decir, dedica más tiempo en ir de la Ceca a la Meca para poder efectuar los informes de las pruebas que en hacerlas porque, créanme, en cuatro minutos escasos despachó la ecografía de riñón: que hay que ser un genio para saber si todo está bien en ese tiempo.

Y, bien, difícilmente ese paciente se escandalizará cuando después de esperar una operación de cataratas le desvían a una clínica privada; el médico es el de la Seguridad Social, y como ya saben que en una operación de cataratas el paciente permanece despierto, escucha al oftalmólogo decirle, al que le ayuda de la clínica, que porqué no le ha traído la lente que le dijo. Y oye también cómo el susodicho ayudante acierta a decir que esa es buena, por lo que el paciente se queda con la duda de si la lente es la acertada o no. Duda que se disipa cuando comprueba, pasado el tiempo, no mucho, que la lente puede ser mejor o peor, pero que a él le han creado unos problemas que no padecía cuando sólo tenía una catarata y no le habían operado. A todo esto, es de suponer que la ecografía fue cobrada como si le hubiese dedicado el tiempo de rigor en su realización y la lente facturada también como aquella que pidió el especialista. Así es que cómo nos vamos a extrañar de que la sanidad acapare casi el 80% de las quejas contra la Administración regional, según ha resuelto el Consejo Jurídico durante el año 2015. Aconsejaría al señor Francisco Agulló, director gerente del SMS, que vigile los mecanismos de control de dicho servicio que, según él, existen. Lo de funcionar?