Frío y calor. Bueno, ya está aquí el invierno. El martes por la mañana, por primera vez este año, tuve que quitar el hielo que se había formado en el parabrisas de mi coche antes de ponerlo en marcha. Dejo el coche en la puerta de mi casa y, como vivo en la huerta y hay mucha humedad, en invierno siempre he tenido que hacer eso a menudo. A veces, ya en diciembre. Sin embargo, la semana pasada cené en casa de un amigo y, a las 12.30 de la noche, en la Gran Vía de Murcia, cuando salimos, el termómetro marcaba 18 grados. Está siendo un invierno raro, ¿verdad?

No se lo puede creer. Un chico joven, andando por la calle, habla por el móvil. De pronto, se para y exclama: «¡No me digas, tío, que te la has tirao!».

Milks in vinegar. Por fin, y tras años de quejas de los vecinos de Los Urrutias, de movilizaciones, de trabajo incesante de la Asociación de Vecinos, se ha conseguido que el alcalde de Cartagena, José López (la anterior alcaldesa Pilar Barreiro jamás visitó el pueblo ni hizo caso alguno a las peticiones que de allí le llegaban) se implique en el problema de los espigones artificiales del Mar Menor, lo gestione y obtenga el beneplácito de la consejera Adela Marínez-Cachá para que se lleve a cabo la eliminación de estos espigones. Pues bien, ahora, Costas del Estado dice que no puede poner en marcha la obra hasta que no se constituya un nuevo Gobierno. En otras ocasiones esta situación no ha sido problema para contratar una obra de este tipo. O sea, que leches en vinagre.

Enfadado. En un bar, tres hombres desayunan. Uno de ellos dice: «El cabrón de mi jefe ha estado cuatro días en Bilbao con su mujer. ¡Y, cuando vuelve, nos lo cuenta! Que si los bares de pinchos; que si comió en un restaurante de no sé cuántas estrellas Michelín; que si el Guggenheim por fuera es una pasada. Y nosotros aquí, trabajando por no llega a mil euros. La madre que lo parió».

Preocupados. Voy a una tertulia (bueno, esta semana a tres: una en la tele y dos en emisoras de radio) y veo a los contertulios muy preocupados por lo de la formación del nuevo Gobierno. De hecho, me parece observar que echan de menos los tiempos de las mayorías absolutas. Trato de tranquilizarlos diciéndoles que en toda Europa hay países en los que dos o más partidos han de ponerse de acuerdo para gobernar. Y luego añado que yo estoy hasta las narices de las mayorías absolutas en general, y de las de Rajoy en particular.

Comida sencilla y barata. Cada miércoles, un grupo de amigos hemos decidido irnos a comer el menú del día de un restaurante distinto. Lo mismo vamos a uno de nueva cocina que a una venta. Pedimos todos los platos que tienen en ese menú, los ponemos al centro y los probamos. Nos lo pasamos bien y sale muy barato. De hecho, a menudo nos preguntamos cómo pueden poner todo eso por 10, 12 o 14 euros. Se lo preguntamos a uno de los dueños y nos dijo que se defienden más bien con las bebidas que pide la gente que con las comidas, que van muy ajustadas de precio. Es una excusa como otra cualquiera para reunirse y charlar.

Cine. Veo la entrega de los premios Bafta, del cine británico. Es una ceremonia sobria, nada que ver con los Oscar o con los Goya. Nadie hace gilipolleces, ni baila sin saber ni se queda en calzoncillos. El presentador, Stephen Fry (el anfitrión de la película Los amigos de Peter) hizo su trabajo de un modo divertido, pero sin caer jamás en el ridículo. Y otra cuestión. Aunque las actrices iban muy guapas, con vestidos de noche y tal, ninguna llevaba una cola de dos metros, un traje con forma de volcán en llamas, o iba vestida de bruja de Blancanieves, o llevaba las tetas fuera. Todo era como más sencillo y normal. Por cierto, ganó la película de González Iñarritu El renacido. Los mejicanos Alfonso Cuarón y este Alejandro están barriendo en los premios, en Estados Unidos y en el Reino Unido los últimos años.

En español. El premio a la mejor película extranjera se lo llevó Relatos Salvajes, una peli que a mí me gustó muchísimo. Es argentina, pero está producida por Pedro Almodóvar.