La semana pasada tenía una conversación muy interesante con un amigo sobre el intrusismo del coaching en el mundo de la psicología y que muchas de las personas que se dedican a esta profesión apenas tienen formación y son capaces de crear un negocio carente de base con escasa credibilidad. Para explicarle mi punto de vista, le hice ver que tenía toda la razón y que existen personas que con una simple charla de motivación o leer el libro de John Whitmore sobre Coaching ya se creían que podían ejercer. El caso es que existen pocas asociaciones que acrediten de manera más o menos formal esta profesión, a la que yo me dedico desde hace tres años. Por supuesto que la psicología requiere un mínimo de años de estudio regulados de manera legal, una preparación exhaustiva sobre el comportamiento y proceso mental en las personas, etc. Sin embargo, que el coaching no tenga la necesidad de titulación o de ser estudiada en la universidad, no la desmerece como profesión. Lo que sí hace dudar es el comportamiento poco profesional de las personas, que ´dicen´ que se dedican al coaching sin escrúpulos y con el mero objetivo de conseguir dinero fácil aprovechándose de personas que buscan ayuda o aliento en cualquiera que las ´escuche´.

Nada que ver tiene eso con el coaching o, por lo menos, así lo entiendo yo. El coach, a parte de saber escuchar, requiere de un mínimo de habilidades, experiencias, metodología, formación y estudios previos y precisos para dedicarse a ello. Yo la veo como otra profesión más donde hay tanto chapuceros, vendehúmos o charlatanes, como buenos profesionales; al igual que hay panaderos que elaboran el pan con la mejor materia prima y otros que con un poco de harina y agua llenan sus panaderías de clientes, siendo el producto a consumir de una ínfima calidad.

Para eso no hace falta titulación o estar reglado con un papel; para eso son necesarias integridad, coherencia, respeto, credibilidad y profesionalidad a la hora de ejercer una profesión. Yo abogo por la titulación, por un proceso firme y legal de estudios para conformar el coaching como una rama de la psicología y, sobre todo, abogo por los profesionales de verdad; por esas personas que son capaces de decirle a un cliente que no pueden ayudarlo y le invitan a visitar a un compañero psicólogo que podrá tratarlo en su salud mental.