Este es el nuevo concepto que le hemos adoptado a lo que decíamos de nuestra propia personalidad; lo que pasa es que ahora está adornado de tal manera que suena de un modo más moderno, fiel reflejo de las nuevas tecnologías y preparado para salir a la calle para ´venderse´.

Y es que es así; cuando queremos que nos contrate una empresa o captar a nuevos clientes, cuando queremos caer bien, cuando tenemos la necesidad de transmitir lo que pensamos, cuando actuamos con los demás, cuando queremos dar servicio€ ponemos a disposición de todos€ nuestra marca personal.

Es algo intangible que no se ha forjado en dos días; se moldea continuamente a base de experiencia, a base de aprendizaje, a base de acciones. La marca personal no es un producto; es parte de nosotros; de nuestro interior.

Nace de los principios y valores que vamos acuñando en nuestro paso por la vida, de esas ilusiones que vamos transformando en realidades gracias al trabajo, al esfuerzo y a las ganas de conseguirlas. Nuestras motivaciones, y sobre todo, nuestras actitudes ante determinados hechos, determinan y modelan la verdadera marca personal.

No se trata de que te crean desde fuera; es algo más profundo. Debes creerte tú en primer lugar, para después crear tu propia marca. Los demás no nos cambian, eso es una excusa para quedarnos tranquilos cuando caemos en las redes dependientes de los que pretenden manejarnos a su antojo; el cambio más complicado y maravilloso comienza desde aquí, desde el ´yo´. Ese es el primer paso de un largo camino no exento de dificultades que debemos ir sorteando día a día.

Concebir tu marca personal te hará sobresalir, diferenciar y marcar la diferencia con los demás. Generarás confianza en ti mismo, y por ende, en los demás. La causalidad de potenciar tu marca se verá reflejada en tu propia gestión; así como en lo que te rodea.

¿Qué marca eres tú?